Temporada desastrosa, que vio pasar hasta cinco entrenadores, entre titulares e interinos, y que concluyó en una promoción a cara o cruz con el Sestao que, afortunadamente, se saldó con victoria cadista. El fantasma de Tercera, en la que se había jugado hacía sólo dos años, estuvo rondando cerca de Carranza nuevamente.

El primer técnico de esta campaña es García Andoain. Pese a ganar los dos primeros partidos como local, el preparador vasco no gusta a afición y prensa, y acude a la sexta jornada, a Tenerife con un ultimátum. Su equipo cae en las islas, y la directiva cumple su amenaza.

Guillermo Delgado, antiguo jugador, hace de entrenador mientras se busca sustituto. La terrible goleada recibida en la visita a la Cultural Leonesa precipita la contratación de Fernando Daucik, que acumula una experiencia infalible en muchos banquillos.

El técnico eslovaco saca adelante sus dos primeros partidos, pero pierde los siguientes cuatro, y de la noche a la mañana, no es cesado sino expedientado por el presidente. Un expediente sancionador que nunca terminó de aclararse, y que provocó que el Cádiz no pudiera despedirlo y por tanto, contratar a otro, así que el exjugador Adolfo Bolea asume de forma interina la dirección del conjunto cadista.

Dicha interinidad dura nueve jornadas, en las cuales el equipo, sin brillo, consigue al menos enderezar algo la situación. Pero la directiva prefiere traer un nuevo entrenador antes que confiar la permanencia a un novel, y firma por tercera vez al inquilino del banquillo. Esta vez sería Jose Antonio Naya.

El Cádiz se sigue mostrando irregular, aunque un estirón final le permite eludir el descenso directo, si bien ha de jugar la referida promoción ante el Sestao. Promoción que parecía finiquitada con la victoria en la ida por 1-2, pero que acabó siendo de auténtico infarto en la vuelta, en la que el resultado final fue de empate a dos goles. El público, una vez terminado el choque y con el alivio de haber salvado la categoría, explotó muy enfadado contra un equipo que ni tan siquiera en la promoción, había podido ser contundente y haber aprovechado mejor las armas de que disponía.

El que desde luego no perdió una ocasión fue Machicha, que estuvo a un tanto de marcar la veintena de goles y de hacerse con el pichichi. Su acierto anotador fue clave para salvar la categoría.