El club tiene que decir adiós al genial Jose Luis Riera, que es reclamado por el CD Málaga. El exjugador hizo soñar al Cádiz con la Primera División, que se rozó con los dedos. Pero finalmente no pudo ser, y toca recomponer el equipo. Una vez más, el presidente amarillo, Márquez Veiga, tiene que hacer encaje de bolillos para pagar los sueldos y poder fichar nuevos jugadores.

La primera llegada es la de Casimiro Benavente. El que fuera jugador del Real Madrid, y también del propio Cádiz, es escogido para dirigir a la escuadra amarilla desde el banquillo. Su experiencia en los banquillos comprender, entre otros, los equipos de Las Palmas, Jaén, Almería o Eldense.

El técnico no llega con el beneplácito de toda la afición y prensa, ya que ha tenido algunos incidentes en sus anteriores equipos. El madrileño llega con el convencimiento de ascender: "si es este año o el próximo, eso ya se verá".

Pero las intenciones del técnico cadista, se quedan en eso, en intenciones. El equipo no juega a nada, y los resultados no llegan. Después de las diez primeras jornadas, el Cádiz acumula cinco raquíticos puntos, números que, lógicamente, lejos de colocarnos para pelear por el ascenso, nos ponen a pique de bajar a Segunda. Después de tres derrotas consecutivas, Veiga le da la baja a Benavente.

El equipo se empieza a descontrolar, y muchas iras se pagan con Manolo Soriano, capaz de lo mejor y de lo peor. Ni corto ni perezoso, éste achaca los malos resultados a los pésimos fichajes y critica duramente al entrenador.

Mientras la directiva busca nuevo técnico, Luis de Miguel se hace cargo del equipo. Hasta que a punto de concluir el año 1963 el club confirma al Pepe Valera como nuevo inquilino del banquillo de Carranza. El sevillano tiene fama de apagafuegos, y en Cádiz tiene un buen ejemplar.

El cuadro amarillo reacciona al cambio de timón, y encadena cuatro partidos consecutivos sin perder. Aunque tímidamente, empieza a verse luz al final del túnel. El club se refuerza en febrero con los fichajes de Tartilán (que sólo jugaría un partido), Antonio "Mulita" y Palacios, que suben la calidad del plantel.

El Cádiz convierte Carranza en un fortín, lo que resulta clave para subir puestos en la tabla. De haber tenido algo más de suerte en los partidos a domicilio, incluso habría habido posibilidades de cotas más altas.

Finalmente un séptimo puesto fue dado como bueno por una afición que temió por la continuidad de su equipo cuando lo vio en los primeros partidos de liga.