Los que vivieron esta temporada, seguro que aún no pueden creerse que el Cádiz ascendiera a Primera aquel año, cuando nadie (o casi nadie, ahora veremos quien) creía que eso pudiera ser posible.
Tras el bienio de Roque Olsen, Irigoyen decide retirar la confianza al argentino y fichar a un todavía poco conocido Milosevic. El técnico serbio fue firmado mucho antes de concluir la campaña anterior, y estuvo esperando pacientemente a que llegara su momento, exigiendo máxima discreción al club, por respeto a su compañero.
Una vez más, la entidad amarilla se enfrenta a un déficit galopante (más de 150 millones), y toca recortar gastos. Hasta once jugadores no son renovados, a los que se une Ramón Rodríguez, traspasado al Betis por 25 "kilos". Ante esta situación, la cantera tiene que dar un paso al frente. El Cádiz forma el equipo más joven de Segunda, con una media de edad de 23 años. Nombres como Amarillo, Pepe Mejías, Escobar, Juan Jose, Manolito, Chano o Chico Linares, que habrían de coronarse como canteranos de oro en años venideros, se ganan el puesto a pulso.
El equipo cuaja una buena actuación en el Trofeo (que sin embargo, queda sin rematar), pero a pesar de ello, Milosevic estuvo a punto de ser cesado. La intervención de los jugadores fue fundamental para que la directiva dejara trabajar al técnico.
En los cuatro primeros partidos, los de Milosevic obtuvieron siete de los ocho posibles puntos, y por supuesto, se situaron en los puestos de cabeza. Fue seguramente este espectacular arranque el que dio fuerzas y seguridad a una plantilla muy inexperta y joven, y que de repente se encontró codeándose con los gallitos de la categoría. Con sus altibajos, el Cádiz supo mantenerse siempre en los puestos destacados, cambiando las palabras quimera y milagro por posibilidad y obligación. Desde 1977 el Cádiz no se acercaba tanto a la Primera, y era una oportunidad que no se podía desaprovechar.
No fue fácil. Milosevic estuvo cuestionado en varias ocasiones, pero el serbio lo tenía todo pensado. Cuando la espada de Damocles parecía caerle encima de forma definitiva, sus cuadrantes mágicos obraban el milagro. Y es que acabada la temporada, el entrenador mostró que tenía todo calculado de antemano en sus famosos cuadrantes.
Un espectacular arreón final (cinco victorias en los últimos seis partidos) permitió a los amarillos conseguir, en un cuádruple empate, un subcampeonato que valía un billete a Primera. Aunque sin duda alguna, el heroico triunfo en Elche merece un capítulo por sí solo.
Un equipo muy joven viaja a un campo como el Martínez Valero, literalmente hasta la bandera, para presenciar el que parece, será el partido del ascenso para su titular, el Elche, al que un empate le vale. El ambiente es de euforia total. Sin embargo, el Cádiz no había dicho su última palabra. Milosevic reunió a sus novatos y asustados pupilos y les dijo: "¿veis a toda esa gente? Pues ninguno de ellos va a tocar el balón hoy".
El resto es de sobra conocido. El Cádiz se impuso contra todo pronóstico a los ilicitanos, gracias a los goles de Zúñiga y Pepe Mejías (inolvidable su tremendo zurdazo a centro de Juan Jose), poniendo patas arriba el estadio del Elche, y reventando la ciudad de Cádiz, que se echó a la calle durante días a festejar un ascenso que nunca parecía que pudiera volver a repetirse.
CREACIÓN FICHA: 26/02/2009
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 23/04/2017
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