Jugador clásico de banda derecha, tiene en la punta de velocidad su principal virtud.
Formado en los escalafones inferiores del Atlético Sanluqueño, pasó a la cantera del Sevilla, donde tuvo algunos minutos, aunque de forma testimonial, con el filial. De ahí regresa al equipo blanquiverde, para luego pasar al Villanovense, con el que firma la mejor temporada de la historia del conjunto extremeño, incluyendo la disputa del playoff de ascenso (frente al Bilbao Athletic).
Nada más llegar, en su primera temorada, la rompe. Impresionante. Junto con Alvaro García, ha formado una pareja de extremos letal. Ambos de corte muy parecido, bajitos pero con una velocidad endiablada.
Totalmente desconocido para el gran público, aunque con nombre en el fútbol de la provincia (es de Sanlúcar), le costó un poco al principio, pero en cuanto rompió a correr por la banda, sería ya imparable. Curioso que su reinado empezara en el partido contra sus excompañeros del Villanovense.
En peor o mejor medida (como el día del Jumilla en casa, en Villanueva con dos goles, o el partidazo en Carranza ante el Melilla), Salvi estuvo siempre. Para marcar (ha rondado la decena de goles), para asistir, para driblar, para desestabilizar al rival. Ha crecido una enormidad y su ausencia por lesión (contra el Linares en casa) mató el amago de remontada que hizo el equipo.
Luego llegó el playoff, y más de lo mismo. Si le faltaba experiencia en duelos así, le sobraba velocidad y descaro. No le tembló el cuello para ajusticiar al Racing de Ferrol en A Malata. Y el resto de partidos, encaró las veces que hizo falta a sus rivales. Fue sin duda uno de los hombres más importantes del ascenso.
Llega a Segunda División por primera vez en su carrera, y no solo no se hace pequeño, sino que se erige en uno de los puntales que sostuvo la idea que quería Cervera para los suyos. Ni vértigo ni falta de experiencia en su debut en el fútbol profesional. En su primer año en la categoría de plata, Salvi se adaptó perfectamente y continuó haciendo lo que tan buenos resultados le había dado a él y a su equipo el año anterior: correr como alma que lleva al diablo por su banda derecha, para terminar rematando a puerta, o ceder a sus compañeros. Sin problemas de lesiones esta vez, fue un fijo para su técnico, al que le encajaba perfectamente en su idea de juego: verticalidad total aprovechando su punta de velocidad en las bandas, de las que Salvi formaba parte.
Por ponerle un pero, durante el año falla demasiadas ocasiones de gol claras. La última en el Heliodoro, pero durante el año marra varios remates francos en el área (la que falla en casa ante el Mirandés sin portero en el área chica es de ver y no creer). Para compensar, dejó golazos como el que hizo en Anduva, que al final no tendría efecto en el casillero de puntos ante la nefasta actuación de Ais Reig.
Sin embargo, y pese a todo lo dicho anteriormente, sus comienzos no fueron fáciles. Fue uno de los peores (que ya es decir) en el desastre de Vallecas, en el que para colmo cayó lesionado, y tras recuperarse de la lesión, las tuvo con él porque no lo veía ayudando en defensa como debía (y eso con el guineano es pecado mortal). El cambio de categoría (sería absurdo negarlo) le pasaba factura.
Parecía que la temporada se le iba a complicar al sanluqueño. Su entrenador no se lo pudo decir más claro: contaba con él, pero era el jugador el que tenía que salir de su bache y devolverle esa confianza. Así hasta que Cervera volvió a darle una oportunidad en casa contra el Alcorcón.
Jugó casi toda la segunda parte, sustituyendo precisamente a Nico Hidalgo, que estuvo horrible. En los cuarenta minutos que jugó, fue un vendaval incontenible, y marcó uno de los tantos de la goleada, y le puso otro a Ortuño. Salvi había vuelto, y Cervera, como buen padre, le perdonó sus pecados. Fue la última vez que dudó de él. De ahí a final de temporada, sólo circunstancias muy concretas apartaron al menudo extremo de la titularidad. No se puede decir que no se lo mereciera. Sin tanta calidad técnica como otros compañeros, con trabajo, tesón y constancia, y aprovechando sus cualidades físicas, volvió por sus fueros y se ganó el puesto que Cervera le daba.
Cuando mejor estaba las lesiones volvieron a fastidiarle. Sufre una rotura en el Tartiere cuando estaba siendo el más destacado de su equipo. Anotó el 0-1 y su salida del campo se notó hasta el punto de desordenar al Cádiz, que terminaría perdiendo. Este contratiempo le obligó a estar algunas semanas parado de nuevo, pero en cuanto estuvo físicamente disponible, al campo otra vez. Ya no había tiempo para probaturas. Era el mejor para la banda derecha y su concurso era indispensable para alcanzar el playoff.
En la 2017-18, de nuevo, Salvi parte como uno de los jugadores imprescindibles en el esquema de Cervera, que vuelve a plantear sus partidos basados en la recuperación de balón y la salida como balas de sus bandas, de las que Salvi es uno de los bastiones principales. Empieza la temporada como un tiro, especialmente bien en Lugo, donde faltó su compañero de fechorías, Alvaro, por el lío del Getafe (que también le tocó a él, pero que no llegó a tanto como con el utrerano; de hecho el club respondió renovando al extremo sanluqueño).
Su crecimiento como futbolista de mano de Cervera se veía cada semana. El técnico y el jugador así lo reconocían. Poco se parecía el Salvi que se encontró el técnico con el que ahora era una de las piezas más codiciadas de Segunda y pilar absoluto del juego de su equipo.
Estaba siendo el mejor de la temporada hasta que de nuevo una lesión se cruzó en su camino para interrumpir su proyección, como ya le pasó en sus dos anteriores campañas de amarillo. Por fortuna esta vez no fue tan grave y Salvi lideró la nave, siendo otra vez fundamental en la racha de siete victorias que puso al equipo de nuevo en órbita. Vale la pena verle en la banda de El Molinón sirviendo los goles de aquel histórico 0-3 ante el Sporting. Para enmarcar, simplemente impresionante.
La 2018-19 sin embargo, ...que temporada más rara la de Salvi, que lástima no haber podido contar con un jugador de su talla y calidad, que seguramente nos habría podido aportar algún empujón, algún arreón que quien sabe, hubiera desnivelado la balanza a nuestro favor.
Ya en las primeras jornadas de liga, tras una pretemporada muy mala (muchos lo acusaron de estar pensando en otras cosas) se le vio lento, fallón, falto de esos reflejos y esa verticalidad que tantas tardes de gloria había dado a la afición. Distraído o no, pagó caro la falta de trabajo en verano, pues sin su condición física, sus argumentos ofensivos perdían mucho.
Pasan los partidos y no hay manera de verle, y no será por falta de oportunidades. En la pésima racha de septiembre y octubre, es uno de los más damnificados, sin aportar nada al equipo. Tanto es así que empieza a ver partidos desde la grada sin mediar lesión o sanción, algo que no pasaba desde hacía mucho.
En la copa frente al Español la afición ve a un Salvi muy mejorado, y se sueña con que vuelva. Se sale también en la goleada frente al Elche, como casi todo el equipo vaya, en esa racha de final de año se le vuelve a ver por fin enchufado de nuevo. Salvi había por fin vuelto y firma de largo sus mejores actuaciones en esta campaña, frente a equipos como Elche, Reus o Las Palmas.
Por desgracia, como le viene pasando en temporadas anteriores, cuando mejor está, le viene una lesión que le hace salir del equipo otra vez. Tiene que quedarse todo el mes de diciembre sin jugar y esperar a enero para regresar al equipo, pero ya no veríamos al mejor Salvi. De hecho, no marcó más dianas en el resto de la campaña.
Tampoco sería justo quitarle al sanluqueño grandes tardes en las que sí destacó y ayudó al equipo, como el 2-0 frente al Tenerife, pero de nuevo, era poco bagaje para el Salvi que todos conocíamos. Es verdad que también ayuda en defensa, algo que no todos los aficionados le valoran, pero que para Cervera es clave y el técnico sin duda lo aprecia. Y eso lógicamente, le impide a veces brillar en la parcela ofensiva.
Y en la 2019-20, la gloria. Otro año para recordar del sanluqueño, que se quedó solo en su papel de extremo explosivo. Aunque el club le trajo un rival por el puesto (Alejo) mientras que la banda izquierda quedaba desierta, el veterano jugador cadista se erigió (otra vez) como titular, y continúo dando al equipo y al técnico lo mejor que tenía, esa punta de velocidad por momentos insultante.
Empezó el campeonato como una moto, valga el símil, con partidos y actuaciones memorables como las que realizó en Miranda o Santander, donde fue clave en las primeras victorias que enseguida auparon al Cádiz al primer lugar de la clasificación. Pero es que no paró y fue uno de los puntales de ese inolvidable mes de octubre en el que el Cádiz puso los cimientos del ascenso que habría de conseguir, tras sus victorias frente a los gallitos de la clase.
Es verdad que no veía puerta, pero lo compensaba dando asistencia a tocho y mocho a sus compañeros, y destrozando a las defensas rivales, que no podían seguirle el ritmo. El único extremo que Cervera tenía de los que le gustan de verdad.
La jugada que hace para servir a Alex el tanto que culminaba la importantísima victoria frente al Almería resume no solo lo que es Salvi, sino lo que es el propio Cádiz de Cervera.
Terminaría la campaña en pleno éxtasis, y siendo uno de los grandísimos protagonistas y artífices del deseado retorno a Primera, quince años después.
Por fin. Salvi pudo cumplir su sueño y debutar en Primera, algo que pudo hacer hace algunos años cuando llegaban cantos de sirena. Entonces no fue su momento y ahora lo hizo con el Cádiz CF, escuadra en la que ha completado ya seis temporadas.
Otro año más, Salvi ha ocupado el extremo derecho del Cádiz CF, una posición en la que ha contado con la competencia de Iván Alejo. Y otra vez Salvi ha vuelto a ser el elegido por el entrenador en la mayor parte de los encuentros.
El 7 del Cádiz CF disputó más de 2.000 minutos oficiales este curso. Una cifra que pudo ser mayor de no ser por el Covid-19 y sus problemas físicos al final de la temporada. De hecho, desde finales del mes de abril hasta terminar la competición únicamente estuvo presente en Los Cármenes ante el Granada. En aquella recordada tarde en la que se selló la permanencia sí estuvo sobre el césped y como titular. Entonces terminó lesionado y dijo adiós al curso. Por lo demás, y aunque suele ser un futbolista explosivo, las lesiones más o menos le respetaron.
Finalmente, la campaña 2021-22, la que habría de ser la de su despedida. Temporada irregular la última del sanluqueño en las filas del Cádiz.
Como siempre con Cervera, partió como favorito para ocupar la banda derecha, tesis que se refrendaba con la intentona del técnico de sacar de la plantilla a Iván Alejo (aunque finalmente la salida del vallisoletano no se consumaría). Empezó la liga como titular, y si bien Cervera lo ponía siempre, no terminaba de romper, de ser ese futbolista eléctrico y veloz que rompe a las defensas rivales. Ni marcar el penalti que tuvo en Balaídos (en la primera victoria liguera) pudo, aunque tuvo la suerte de que el Pacha le enmendó el error.
Las jornadas iban pasando y Salvi no tenía ningún día malo, pero tampoco ninguno bueno. El sanluqueño deja de dar puntos (sea en forma de goles o de asistencias) y pasa con más pena que gloria por los partidos. Y al final termina pasando lo que tenía que pasar. Que empiezan a comerle la tostada, primero Chapela, que da el sorpresón siendo titular en Villarreal.
Parecía que el descanso obligado que le daba Cervera le venía de maravilla, ya que su reaparición coincidió con su mejor partido, en el que obró la victoria en San Mamés. Uno de los momentos más dulces de toda la temporada. Por desgracia, no fue capaz de mantener el rendimiento, dejando su sitio, como hemos comentado, a Chapela primero, e incluso a Iván Alejo, que parecía condenado.
Sin embargo Sergio González habría de recuperarlo para la causa. El técnico catalán lo puso como titular en sus cuatro primeros partidos, participando de forma notable en algunos de ellos, como en la victoria del campo del Levante.
Las lesiones por desgracia se cruzaron en su camino, lo que le privó de tener más continuidad en el tramo final de liga.
Ni siquiera pudo brillar el día del Camp Nou, en el que salió como tantos otros desde la unidad B en la que ya le había colocado Sergio. Muchos de sus compañeros ese día cambiaron su suerte para el tramo final de liga, no fue su caso. Fueron casi sus últimos minutos (saldría solo en el Pizjuán para perder tiempo), hasta el cambio que tuvo a bien darle Sergio González en Vitoria, para que pudiera despedirse en el campo de su afición y su equipo. Ya lo hizo anteriormente (aunque no jugó) en casa frente al Real Madrid, donde no pudo contener las lágrimas, como tampoco podría hacer en Vitoria, cuando con el equipo ya salvado, recibe el homenaje de sus compañeros (que lo mantean), y de la afición desplazada, sabedores todos de que es su último partido de amarillo, tras siete temporadas.
Una lástima que esta última fuera tan irregular, pero en sanluqueño se va como leyenda del cadismo, entrando en el top 20 de jugadores con más partidos de la historia del club, vestido la camiseta en tres categorías y dos ascensos. Un nombre que no olvidaremos nunca.
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PARTIDO DEBUT: LIGA: Recreativo - Cádiz CF (22/08/2015)
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CREACIÓN FICHA: 05/07/2015
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 05/08/2024
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