Nunca tendremos palabras suficientes (nosotros al menos no las encontramos) para definir lo que fue la figura de Mágico, y lo que significó su llegada y estancia en una ciudad y equipo como Cádiz, en la época más dorada del heredero del Mirandilla.
Hoy, con toda justicia (a lo mejor el gran público no tiene idea de la dimensión de este jugador; nosotros más que de sobra) la FIFA le encumbra, no sólo sus méritos futbolísticos, que son interminables, sino también, que duda cabe, los humanos, ahora que todo puede verse en la distancia.
El jugador, como ya se anunció en abril, entra en la Sala de la Fama de la FIFA. Todo reconocimiento es poco para este astro que sería siempre inolvidable y eterno para nosotros