Como casi todos los veranos, Gutiérrez Trueba deja caer que es posible que abandone el club. Finalmente decide continuar en la presidencia, y toma la excelente decisión de fichar a Domingo Balmanya. El catalán habría de escribir una página histórica en el Cádiz CF, y sin duda mereció ser el entrenador que diera el primer ascenso a la máxima categoría. El fútbol que hizo su equipo en Carranza fue verdaderamente de fábula, como hacía mucho que no se veía.

El Cádiz pierde a Andrés González, traspasado al Real Madrid, pero consigue mantener a Migueli (que al concluir la campaña habría de recalar en el Barcelona, donde se consagraría como el jugador que más partidos ha disputado con la blaugrana). Superpaco regresa al Sevilla, y en su lugar se ficha a Bonilla, que sería titular en detrimento de Bermúdez.

Al margen de las altas (la mayoría procedentes del Betis), el "fichaje" más importante, por su relevancia en posteriores años, sería el debut de Mané, el que habría ser capitán del equipo años después.

Después de un año tan duro como el anterior, en el que el equipo tuvo que mantener la plaza en Segunda gracias a una promoción contra el Sestao, la afición no puede creer la transformación que sufre el equipo. Los amarillos juegan un fútbol diametralmente opuesto, y marcan goles a pares (el conjunto cadista fue el tercero en número de goles a favor). La pareja Machicha-Baena sería absolutamente letal, con casi 30 goles entre los dos. Y un joven Villalba empieza a despuntar como futuro goleador. El preparador de Sant Andreu ha traído otra filosofía de juego, y los amarillos agradan allá por donde van.

Todo ello no fue suficiente para el ascenso, si bien, era el primer paso en la recuperación del equipo, el primer peldaño que habría de desembocar en la feliz tarde de 1977 ante el Terrasa.

Como nota final, destacar que esta fue la última campaña del genial jugador Juanito Mariana, que fichó por el Levante, para retirarse un año después.