Una de las temporadas más infames y groseras que tuvo que soportar nunca la hinchada cadista.
Y eso que más felices no se las podían prometer los aficionados allá por septiembre. Arturo Baldasano desembarcaba en Cádiz, con su proyecto faraónico, en el que parece que el club va a convertirse en una sucursal del Real Madrid.
El verano ya empieza mal con el "caso Sesma", que se declara en rebeldía, para forzar su fichaje por el Valladolid. Finalmente, el máximo goleador cadista de las últimas temporadas se sale con la suya, y ficha por los pucelanos, en la primera de las pérdidas de potencial que habría de sufrir el club.
Baldasano, tras varios amagos anunciado su dimisión, finalmente recula en su decisión de comprar el club, alegando descuadres económicos, aunque la realidad es que el equipo no da señales de reacción en lo deportivo, lo que motiva su marcha cuando aún no ha empezado a poner en prácticas sus planes.
Antonio Muñoz recupera el mando, y comienza a "limpiar" todo lo que el anterior rector ha traído, comenzando por el técnico, puesto que pasa a ocupar Antonio Calderón.
El equipo parece reaccionar, pero la venta de Lucas Lobos (a un, hasta entonces, para muchos, desconocido Tigres mexicano, por mucho menos de lo que ofrecieron equipos de Primera de España año y medio antes) termina de desatar la tormenta, y comienza la caída libre.
Las jornadas van pasando y jugadores como Nano, Parri o Gastón Casas, por citar algunos, quedan muy lejos de lo que se espera de ellos. La afición, atónita, ve como su equipo va poco a poco cayendo en la clasificación, pero siempre pensando que ya toca remontar el vuelo.
Raúl Procopio parece enmendar la situación, pero es sólo un espejismo: el equipo está herido de muerte, y para cuando llega Julián Rubio, la desidia se ha apoderado por completo de la plantilla, que no es capaz de derrotar, ni tan siquiera, a un Sevilla At. ya salvado y que viene a Carranza con la clara intención de no interponerse en el camino. Pero los de casa, incomprensiblemente, son incapaces de conseguir un solo gol. Las similitudes con la campaña 93-94 empiezan a ser demasiadas, y el miedo paraliza a una afición que, en estado de shock total, ni siquiera puede reaccionar con enfado ante lo que está viendo.
Para culminar la caída a los infiernos de la forma más cruel, y cuando todos los partidos de Primera y Segunda han terminado, Paz tiene ante sí, en el minuto 96, una oportunidad histórica de evitar el descenso y salvar una campaña penosa. Toda España ve como el portuense, que había celebrado dos ascensos desde el punto fatídico, manda el balón al palo, de ahí a la espalda del portero, para terminar saliendo. No hay tiempo para más. El Cádiz sólo estuvo, en toda la temporada, una jornada en puestos de descenso: la última. Vuelve a los infiernos de la Segunda B, donde deberá purgar sus pecados capitales: soberbia y desidia.
CREACIÓN FICHA: 15/01/2009
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 03/10/2020
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