El cadismo está de fiesta. Nueve años, nueve larguísimos años ha tenido que esperar la sufrida hinchada gaditana para poder disfrutar de nuevo de su equipo en categoría nacional, y a fe que aprovecha la ocasión. La gente está volcada con el equipo, cada partido es una fiesta. Después de no haber tenido nada, la hinchada cadista valora y paladea con regusto lo que ahora se le ofrece.
Por supuesto, Jose González sigue en el banquillo. El técnico gaditano amplía sus conocimientos, da un paso más en la meticulosidad, y sobre todo, como mayor elemento innovador en Cádiz, explota la estrategia, que se convertiría en una fuente de goles inagotable.
Por primera vez en mucho tiempo, el Cádiz tiene una fuerza para fichar de la que carecía antes. De repente, en la agenda del Cádiz suenan nombres de personas que han jugado en Primera, pelea contra equipos históricos la contratación de jugadores de postín. Y mejor aún, se abre de nuevo el mercado de extracomunitarios, lo que da una nota exótica. En este apartado, son Obiorah y De La Cuesta los que ocupan las dos plazas que permite la RFEF. En el apartado nacional, llegan jugadores como De Quintana (que a pesar de llegar veterano, planta, junto a Abraham Paz, una auténtica muralla en la defensa cadista), Manolo Pérez (con un guante en su diestra, de la que habrían de nacer muchísimos goles en jugada a balón parado), Mario Rosas (que decepcionó y no cumplió las expectativas) o Jonathan Sesma (una flecha por la banda izquierda).
Aunque sin duda alguna, el gran fichaje para esta campaña es la del asturiano Oli. Aterriza con la treintena ya superada, pero corre cada partido como si fuera un chaval. Nada más cruzar el puente Carranza se echa el equipo a la espalda, persigue cada balón, se cruza el campo a toda velocidad para sacar rápido de banda y pillar al rival…La afición, simple y llanamente, enloquece con el de Oviedo. Acostumbrado a jugadores que vienen de pasada, ver a un veterano curtido en mil batallas en Primera, implicarse hasta tal punto con su camiseta, pone los vellos de punta al más machote.
A pesar de ser un recién ascendido, el Cádiz se desenvuelve en la categoría como pez en el agua. Con un Manolo Pérez moviendo la medular a su antojo, y Dani Navarrete y Jonathan Sesma entrando por las bandas como cuchillos en mantequilla, el juego alegre y fresco de los amarillos sorprende a todos. Se acabaron los miedos y las reservas, se acabó el papel de víctima. El Cádiz ha vuelto a Segunda, y lo ha hecho para quedarse, para recuperar su historia, para despertar al león herido que lleva dentro. Oli enchufa todo lo que le llega, y si no, ahí está Sesma para remachar.
Como nota final, esta temporada supuso la despedida de dos ilustres veteranos. La de Quevedo, que se fue por la puerta de atrás, lastrado por las lesiones y con la espina de no haber podido contribuir lo que hubiera querido, y Zafra, que tras siete campañas dándolo todo por el club, se despide de la afición cadista todo un icono como el roteño, que sale ovacionado y entre lágrimas del estadio Carranza.
CREACIÓN FICHA: 15/01/2009
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 03/10/2020
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