Temporada bastante decepcionante, sobre todo teniendo en cuenta lo que había ocurrido en la anterior. Si un año antes, con el club en la absoluta bancarrota y la directiva totalmente “missing”, el equipo hizo una campaña brillante a la que sólo le faltó un gol para culminar el ascenso, ésta, en la que la normalidad institucional ha vuelto con el retorno de Antonio Muñoz, debe significar por fin la de la despedida a la Segunda B. Además, el grupo IV ha perdido mucho nivel tras los ascensos de equipos como Xerez, Córdoba o Recreativo, por lo que el camino debe estar libre. Sin embargo, la elección de entrenador resulta clave y el mal comienzo lastraría el resto del campeonato.

Pepe Escalante recibe la responsabilidad de dirigir el plantel. Tras su éxito con el equipo de su ciudad natal, el Córdoba, Muñoz espera que repita éxito en Cádiz. Nada más lejos de la realidad. Tras nueve jornadas disputadas, el Cádiz acumula únicamente siete puntos, y no ha ganado todavía en casa. Además, se lleva una dolorosa “manita” de Motril, equipo que este año ha puesto toda la carne en el asador, tirando de talonario. La decisión está clara y Escalante es cesado, pero su legado pesaría ya como una losa para el resto de la temporada.

Jose Enrique Díaz viene a ocupar su lugar, y a pesar de que hay reacción, ésta no llega, ni de lejos, como para pelear por el ascenso. Dos victorias consecutivas en pleno carnaval dan algo de esperanza a la afición, esperanza que se desvanece enseguida con dos nuevas derrotas consecutivas. El preparador sevillano cae también fulminado, y una vez más, acude Sánchez Franzón al rescate. El equipo tarda en asimilar las ideas del isleño, e incluso el fantasma del descenso aparece por Carranza, aunque finalmente, cinco triunfos consecutivos logran salvar un poco la honrilla, aunque no fue más que maquillar una temporada triste y tostón para una afición que está ya abatida y sin fuerzas ante tanta decepción. Afortunadamente, eso está a punto de cambiar...