Temporada intensa donde las haya, de increíbles altibajos (grandes alegrías mezcladas con profundas depresiones) y cuya verdadera y completa intrahistoria seguramente no llegaremos a conocer jamás. Empezó de la peor forma posible, y casi termina con un milagro que se venía persiguiendo en los últimos años sin éxito.
Ya al final de la campaña anterior se ven algunas señales premonitorias, desapercibidas entonces, de lo que está por venir. Tras dos años de fuertes inversiones que no se ven reflejadas en los resultados, el grupo ADA pasa del blanco al negro y cierra radicalmente el grifo, abandonando a su suerte a la entidad. Hecho que obviamente, Carlos Orúe, que viene de ascender al Xerez, no conocía cuando firma como nuevo entrenador cadista.
Ni qué decir tiene que ante el recorte drástico de ingresos, el capítulo de fichajes es prácticamente inexistente, y anterior a la decisión del grupo madrileño de dejar cumplir con sus obligaciones monetarias. Sólo Julio Puig, Ramón como portero suplente y Mara engrosan una plantilla en la que, dada la situación actual, los canteranos dan un paso al frente, formando la columna vertebral del equipo. Hombres como Sambruno, Sergio Iglesias, Velázquez, Víctor García o Víctor Vía pasan, casi de la noche a la mañana, a tener un protagonismo que antes se les negaba de forma casi sistemática.
Sólo el verano previo a la competición ya es larguísimo. Encierros de futbolistas para reclamar sus sueldos, subvención del Betis en el Trofeo que salva una situación desesperada, teletipos que incluso llegan a certificar la disolución de la entidad…El ambiente es simplemente insoportable para afición y plantilla, que temen que 90 años de historia se vayan al garete en cualquier momento. A trancas y barrancas, el club logra sobrevivir hasta el comienzo de la competición, y a pesar de todos los pesares, Orúe deja claras cuales van a ser sus señas de identidad desde el principio: los tres primeros partidos se cuentan por tres empates a cero, aunque lo que menos importa en ese momento son los resultados: la espada de Damocles pende de un hilo, y en cualquier momento puede romperse el equilibrio.
El cuarto partido de liga tiene ambiente enrarecido. El Cádiz recibe al Guadix, pero en el ambiente se respira un fuerte pesimismo. Parece que será el último partido del Cádiz, que no podrá sobrevivir otro mes sin dinero, y que para cuando lleguen los plazos de octubre, se resolverá la disolución del club. Con todo, los futbolistas ganan el partido y celebran el triunfo y los goles con una rabia mal disimulada hacia el palco. Tras el pitido final, público y jugadores se funden en un aplauso colectivo, que huele a despedida.
Sin embargo, el milagro se produce y el grupo ADA, aunque a cuentagotas, va liberando mínimas cantidades, para mantener al enfermo en la UCI, pero estable, con la esperanza de sacar algo por lo poco que queda del Cádiz CF. Jugadores y cuerpo técnico, en un ejercicio de profesionalidad sin precedentes, consiguen evadirse de sus graves problemas económicos, y van forjando un equipo que habría de convertirse en el rival a batir de la categoría.
La primera vuelta no es fácil. El golpe anímico ha sido muy duro, y el miedo sigue flotando densamente por Carranza. A duras penas los jugadores van consiguiendo reponerse, y plantar cara en todos los partidos, si bien los resultados son dispares. El último partido de la primera vuelta, en la que los amarillos caen con estrépito en el campo del Don Benito por 3-0, materializa el calvario que ha pasado el cadismo en los últimos seis meses. Nadie hubiera dado entonces un duro por apostar que aquel partido sería el punto de inflexión de una transformación espectacular.
En el primer partido tras el parón navideño, en casa ante el Linares, los de Orúe vuelven a caer. Sería la última vez que lo harían en toda la liga regular. Liderados por un espectacular Duda, que explota como el espectacular extremo izquierda que habría de ser en años sucesivos en Primera con el Málaga y el Sevilla, y que exhibe un golpeo de balón absolutamente impropio de la categoría de bronce, y con un sistema defensivo casi infranqueable, el Cádiz va sumando victorias cuando parecía condenado al ostracismo un año más. De equipo triste que deambula por los campos, se pasa un engranaje perfecto que no permite la más mínima insolencia de sus rivales. Uno tras otros, todos van cayendo e hincando la rodilla frente a su rival. En esos dieciocho partidos consecutivos sin perder, el Cádiz encaja únicamente ¡dos goles! El lateral derecho Sastre, que un año antes había sido machado por la prensa por sus malas actuaciones, personifica el giro de 180 grados del equipo.
No deja de sorprender cómo el equipo comienza su resucitación justo cuando se da el mayor esperpento de la temporada a nivel institucional: la fugaz llegada de Antonio Mendoza a la presidencia, que no pone un duro, crea una sociedad fantasma para dirigir el club (Zalinde) e intena asociarse con Masato Horita, un japonés de oscuros negocios contra el que la RFEF lanza un mensaje de advertencia.
Finalmente, tras la "espantá" de Mendoza, reaparece de nuevo la figura de Antonio Muñoz (primero acompañado de Rafael Polanco, posteriormente en solitario tras la retirada de éste de las negociaciones) que en marzo firma la recompra del club al grupo ADA. El cadismo, que ha visto las orejas al lobo y casi se queda sin equipo, se moviliza para, dentro de lo posible, ayudar económicamente a Muñoz a reflotar el club.
El Cádiz, al que hacía unos meses se le daba por literalmente muerto queda campeón del grupo IV y le sobra una jornada. Orúe ya avisa de que quiere evitar a toda costa al Nástic de Tarragona en el sorteo. Por supuesto, el equipo rojillo es emparejado con el Cádiz en una liguilla fraticida.
Hemos dicho antes que el Cádiz encajó dos goles en los últimos dieciocho partidos de liga. En el primer tiempo del primer choque de liguilla, en el Nou Estadi tarraconense, el delantero Castillo le hace tres. Incompresiblemente, el Cádiz sale muy nervioso, comete una falta peligrosa nada más empezar el partido, y Castillo la clava por la escuadra. A partir de ahí, todo fue un descalabro. Costaba trabajo creerlo tras haber visto al conjunto más ordenado en defensa que había tenido el Cádiz en años.
Un gol de Duda en las postrimerías maquilla el resultado y recorta diferencias en el goal-average particular. Los de Orúe cumplen en el doble enfrentamiento con el Zamora, y toca recibir al Nástic en casa. Fondo Norte marca el 1-0, al presionar al portero Oliva, que encaja un gol en propia meta. En la segunda parte Mara recibe un penalti de libro, pero el árbitro mira para otro lado. El partido concluye con la victoria por la mínima, que da el goal-average particular a los catalanes.
Una semana después el Cádiz empata a cero en Amurrio, pese a una espectacular ocasión de Víctor Vía, que solo, sin portero, la echa fuera. El Nástic se poner por delante en la clasificación.
En la última jornada, y pese a jugar con diez casi todo el partido, los amarillos se imponen al equipo vasco, pero el Nástic no pierde en Zamora (todavía hoy queda sin explicación como Carranza entero se puso a celebrar un supuesto gol de los castellano-leoneses). Ambos equipos terminan empatados a puntos, pero el goal-average particular decide en favor de los rojillos.
Carlos Orúe, en rueda de prensa tras el partido, anuncia entre lágrimas suyas y aplausos de los asistentes, que deja el Cádiz, tras un año "muy largo". A fe que lo fue.
CREACIÓN FICHA: 15/01/2009
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 18/09/2016
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