Nueva temporada que no colma las expectativas de la afición, que tiene que, nuevamente, conformarse con quedarse fuera de la liguilla.

Un técnico experimentado, Juan Carlos Álvarez, es el elegido para esta nueva aventura cadista. El Cádiz se refuerza con Aguilar (interior zurdo de mucha calidad que, sin embargo, no dio su mejor versión vestido de amarillo), Quino (Joaquín Coronilla, no confundir con Francisco Cabrera, en la plantilla dos años antes), Manolo Acaiñas, Quique Cárcel (mediapunta de calidad criado en La Masía) y Rafa.

En el comienzo liguero, el equipo no termina de asentarse y de mostrarse regular: tan pronto es capaz de ganar en el campo del Recreativo, como caer en casa frente al Xerez.

A mediados de temporada, los amarillos entran en un profundo bache: entre las jornadas 10 y 20 se suman únicamente ocho puntos. Una losa que sería definitiva para el resto de la campaña.

En esa racha negativa cayó el técnico sevillano, al que sustituyó un viejo conocido como Ramón Blanco. El hispanoargentino hizo lo que pudo, pero llegó tarde y no tuvo tiempo de recuperar la distancia perdida.