Lo que hizo el Cádiz en esta temporada ha quedado ya para siempre en los anales no ya de nuestra historia, sino de la historia del fútbol español. La liguilla de la muerte fue una permanencia inverosímil, pero tiene su génesis en los despachos: salvar la categoría en esta campaña no es que fuera in extremis, es que ni el más maquiavélico de los guionistas de Hollywood hubiera podido imaginar un desenlace tan agónico, que parecía no querer acabar nunca, que siempre parecía tener una vuelta de tuerca más.
El Cádiz, esta vez sí, parece condenado a regresar a la división de plata. El bambino Veira, al cabo de 29 jornadas, es cesado y Ramón Blanco, que venía haciendo de entrenador en la sombra varias semanas, pasa a dirigir la nave en solitario.
Con el equipo en situación desesperada, los amarillos ganan los tres últimos partidos en casa, a cada cual más increíble: la goleada de récord (4-0) ante un Barcelona que venía para celebrar el título de liga y se tuvo que llevar el champán sin abrir de vuelta; ante el Sevilla, con gol de Pepe Mejías al borde del final del encuentro (que los hispalenses jugaron como si se disputaran el título de liga en el Carranza), y el más increíble de los partidos vividos en Carranza, el 2-1 ante el Zaragoza.
Los maños se juegan eludir la promoción, los cadistas, tienen que ganar o se van a Segunda. Se adelantan los de Víctor Fernández, pero la salida de un jovencísimo Kiko (al que Blanco le había dado la alternativa poco antes) en el minuto 65 revoluciona el duelo: en el minuto 81 fuerza un penalti que convierte Dertycia, y sólo dos más tarde, da la vuelta al marcador, llevando la locura y las lágrimas de felicidad a la grada y al palco, que hacía sólo unos minutos se veían en Segunda.
Por si alguno se ha quedado con ganas de emociones fuertes, llega la promoción contra el Málaga. En la ida, los de Blanco caen por 1-0, así que toca otra vez hazaña heroica en Carranza.
A pesar de sufrir una expulsión, Jose González, entrenador del ascenso del Cádiz a Segunda A en la temporada 2002-2003, marcó el gol que empataba la promoción. Los locales hacen de tripas corazón, y consiguen aguantar lo que resta del partido y la prórroga con el empate total en la eliminatoria. Los lanzamientos de pena máxima decidirán el futuro de ambos equipos. Algunos, simplemente, no pueden soportar los nervios.
Pasada ya la medianoche, la tanda de penalties se resuelve de la siguiente manera: marca Oliva, marca Quino; falla Raúl, mete Chirri; mete Poli, mete Esteban; mete Jose González, mete Álvarez; mete Carmelo, falla Antonio; mete Juan Jose, falla Emilio (ambos detenidos por Szendrei).
De súbito, toda la tensión acumulada se libera en Carranza, que festeja por todo lo alto una permanencia que parecía del todo imposible. Son pocos, incluidos jugadores y directivos, los que pueden aguantar las lágrimas, tras conseguir, después de tanto sufrimiento, que el Cádiz continúe un año más en Primera División.
CREACIÓN FICHA: 04/02/2009
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 21/12/2016
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