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1985-86 TEMPORADA 1986-1987  1987-88

TEMPORADA 1986-1987
1985-86    1987-88 

DATOS BÁSICOS RESUMEN DIRECTIVA Y PLANTILLA PARTIDOS CLASIFICACIÓN
DATOS RESUMEN PLANTILLA PARTIDOS CLASIFICACIÓN

RESUMEN

Hablar de esta temporada es hablar, inevitablemente, de la liguilla de la muerte. Y es que referir otra cosa del Cádiz ese año es recordar una campaña nefasta en lo deportivo, donde el Cádiz, a falta de una vez, fue colista dos veces: primero en la liga regular, y posteriormente, en el playoff de descenso.

Por el banquillo amarillo desfilaron primero Manolo Cardo, posteriormente Milosevic (que no pudo repetir sus hazañas de principios de década) y finalmente David Vidal, que se hizo cargo del equipo para la citada liguilla de la muerte.

Para comprender cómo se salvó el Cádiz este año hay que entender cómo se diseñó el campeonato. En esta temporada, la LFP, creada tres años antes, buscaba dinamizar el campeonato en pro del espectáculo y de los beneficios y presentó un sistema de dos fases;  la primera sería el campeonato regular de siempre, con los 18 equipos y sus 34 jornadas, y en la segunda, se harían tres grupos de seis equipos; en el primero, los seis primeros clasificados lucharían por ser el campeón de Liga y por los puestos europeos; en el segundo, por una plaza en la Copa de la Liga, y en el tercero, por no ocupar las tres últimas plazas de descenso a Segunda.

Cabe resaltar que era por tanto tres mini-ligas paralelas, por lo que en realidad es incorrecto el argot popular de “la liga del play-off”, ya que play-off significa eliminatorias como pueden ser en Copa. Otro aspecto fue que para esta segunda fase no se empezaba en los grupos a cero, sino que los puntos obtenidos se iban acumulando a los conseguidos en el campeonato regular. De esta forma, sin duda se seguía premiando la regularidad, aunque podría existir la extraña circunstancia de que un equipo que lograra entrar en un determinado grupo no ganara apenas puntos, y los equipos de debajo suya, que perteneciesen al siguiente grupo, le alcanzaran o le adelantaran en puntos, y sin embargo, no pudieran hacerlo en la tabla; quedaba realmente raro ver en la tabla final al Mallorca sexto con 42 puntos y que Atlético (47), Real Sociedad (47) y Betis (45) les siguiera a continuación con más puntos, y lo mismo pasaba con el duodécimo Sevilla, con 39 puntos y que sus siguientes en la tabla Athletic y Las Palmas obtuviesen 42 y 41 puntos. En vista de las circunstancias posteriores, esto fue lo de menos.

En el primer grupo todo transcurrió sin incidencias. El Real Madrid se proclamaba campeón en el playoff tras haberlo hecho en el campeonato regular. Tras él, Barcelona, Español y Sporting jugarían la Copa de la UEFA, quedando Zaragoza y Mallorca sin premio.
Fue en el segundo grupo cuando el sistema dejó entrever problemas de verdad; el campeón de este grupo fue el Atlético de Madrid, por lo que a priori se ganó la plaza para la disputa de la Copa de la Liga. Y es que, debido a la sobrecarga del calendario por el play-off, unido a la escasa repercusión económica que tuvo la Copa de la Liga en los cuatro años anteriores, para este 1987 se había decidido que esta competición, en lugar de aglutinar a todos los equipos de Primera en eliminatorias, fuera únicamente un triangular que se celebraría una vez finalizado los Playoffs entre el campeón de Liga (R. Madrid), el de Copa (R. Sociedad) y el del segundo grupo del Play-off (Atlético). Sin embargo, y a pesar de estar oficializado, a medida que iba transcurriendo los playoff iba quedando claro que la sobrecarga y el cansancio de los equipos se hacía patente. Los equipos acusaron el enorme esfuerzo del calendario y especialmente los grandes, siempre obligados a la victoria final, que se vieron desbordados por la cantidad de partidos, el agotamiento y el hartazgo generalizado.

Así que finalmente, ninguno de los tres equipos clasificados para la Copa de La Liga quisieron participar en semejante experimento y prefirieron dar la temporada por cerrada; pese a la intentona de al menos declarar directamente a un campeón, proponiendo el considerar los enfrentamientos entre los equipos durante las jornadas regulares (que hubiera dado a los blancos como campeones), o declarar campeón el que ganó el segundo grupo de playoff (en cuyo caso iría a los colchoneros), finalmente el campeonato fue abortado.

Y así quedó esta frustrada Copa de la Liga, con los seis equipos del segundo grupo que postergaron sus vacaciones para sobrecargarse con diez partidos de más para nada, y con tres finalistas que nunca llegaron a jugar la final; primer fracaso morrocotudo del sistema, pero no iba a ser el último. Y ahora sí, vamos con el Cádiz y su grupo.

Ya antes de empezar el play-off, el equipo amarillo lo tenía bastante crudo; colista con 23 puntos, estaba a cinco de la salvación, que la marcaba el puesto decimoquinto. Había completado una desastrosa fase regular, de menos a peor, a pesar de lo cual mantuvieron a Manolo Cardo como entrenador hasta la jornada 31, cuando fue cesado tras la derrota en Carranza ante Las Palmas, y con tres jornadas regulares por disputarse. El aficionado centraba sus iras en el técnico sevillano y en Mágico González, quien, pese a ser el máximo goleador cadista con 11 goles, se le achaca su falta de competitividad tras un año sin jugar. Se contrata a Dragoljub Milosevic, el entrenador héroe del ascenso en Elche seis años atrás, para revertir la situación, pero las cosas no iban a ser como antes. En una desastrosa racha fruto de los nervios, las prisas, el arriesgar y las desvirtudes propias de un equipo colista demostradas a lo largo de todo el campeonato, el Cádiz pierde los tres últimos partidos de la fase regular (estableciendo su récord en Primera de derrotas seguidas, con siete) y sólo conseguiría dos victorias y dos empates en el Play-off, todo en Carranza, resultando inútil incluso para abandonar el último puesto y por supuesto para quedar cuarto por la cola. La derrota en casa, nuevamente ante Las Palmas por 2-4, a falta de disputarse todavía otros cuatro partidos del Play-off, certificaba que el Cádiz no podía alcanzar ya el decimoquinto puesto, por lo que matemáticamente estaba descendido. De hecho, se puede decir que desde la derrota en Sabadell dos jornadas antes, el equipo amarillo baja los brazos y da por imposible competir para salvarse; superar tres posiciones en la tabla con tanta diferencia de puntos era demasiado.

Justo para entonces, es cuando, con todavía dos partidos por jugar, desde el organismo competente se decide que este sistema de play-offs no se iba a repetir más. Había resultado ser un fiasco, no contentaba en absoluto a nadie, dejaba clasificaciones extrañas (referidas anteriormente), se hacía muy largo y agotador y no generó los ingresos esperados. Para la siguiente temporada se volvería a recuperar la tradicional liga regular sin más añadiduras de playoffs ni Copas de la Liga, aumentando, eso sí, a dos equipos más en Primera, para que cada equipo tuviera un par de taquillas más, por lo que pasaría a ser 20 equipos. Se acuerda pues que seguirían siendo tres los equipos ascensores de Segunda a Primera, y que en Primera, en lugar de descender los tres últimos, sólo lo hiciera el colista. De esta forma la máxima categoría engordaría el número de equipos para alcanzar la cifra redonda.

Y es aquí cuando entra en escena el presidente Irigoyen. Inmerso en plena campaña electoral en el Cádiz, por lo que actúa como presidente en funciones y federativo de la RFEF, y con el asesoramiento de Camilo Liz, Irigoyen, que posteriormente revalidaría su mandato ante el candidato Mariano Pastrana, denunciaría la modificación de las condiciones iniciales de la competición durante su transcurso, lo que muestra ser una clara adulteración de la competición; no se puede cambiar cuando todavía se está jugando. Esgrime que, de haberse sabido que al final sólo iba a bajar el colista, la planificación hubiese sido muy distinta, pues no era lo mismo salvar las tres últimas posiciones que sólo una; no hubieran salido a los partidos tan a la desesperada en la que los empates no eran suficientes, con el riesgo y la consecuencia de dejar desguarnecida la retaguardia provocando la pérdida de puntos claves en el final de la liga regular y en el Playoff.

Entonces, para solucionar el problema, el presidente cadista propone una liguilla final entre los tres últimos, los que debían bajar en un principio, partiendo los tres con cero puntos, para dilucidar el equipo que acabará jugando en Segunda. Al principio nadie se lo toma en serio, sin embargo su razonamiento va haciendo mella. Finalmente, la RFEF se convence e insta a la LFP a organizar esa liguilla, incluso el presidente racinguista Jose Luis Cagigas reconoce el argumento y acepta la propuesta, confiando en la teórica superioridad de su equipo frente a un Cádiz que se había mostrado muy débil aquél año. A falta de esas dos jornadas de Play-off, Irigoyen acepta la dimisión de Milosevic y David Vidal, hasta entonces entrenador del Cádiz B, acepta el reto y es el nuevo técnico del primer equipo. Hace debutar a varios canteranos del filial (Barla, José, Poli…), resultando ser una de las mejores terna de jugadores que haya dado jamás la cantera cadista.

Así pues, vez finalizado el Play-off, se aprueba el descenso de Osasuna, Racing y Cádiz, tal y como estaba estipulado desde el principio, para posteriormente anunciar una Liguilla de Ascenso entre los tres, con dos plazas para jugar en Primera. Este concepto es muy importante; no se jugaban permanecer en Primera, sino ascender a ella. Será la popularmente conocida como “Liguilla de la Muerte”, y sería un triangular a partido único, jugando cada equipo un partido en casa y otro fuera. Además, para solucionar posibles empates a puntos y/o a goles se establecería tandas de penaltis al concluir los partidos, sea cual fuese el marcador. El sorteo establece que el Cádiz jugaría primero en Santander, en el segundo partido el Cádiz recibiría al Osasuna y el tercer partido sería el Racing quien viajaría a Pamplona. Un sorteo bastante peligroso para los intereses cadistas, pues en el último partido navarros y cántabros podían “pactar” algún resultado si les pudieran convenir.

El primer partido es en El Sardinero, donde al parecer estaba como espectador Victor Espárrago, confirmado futuro entrenador cadista. David Vidal apuesta poner en el once a jóvenes como Jaro, Calderón o Barla, siendo éste quien adelantaría al Cádiz al filo del descanso, a pase del Mago, pero el irlandés Buckley empataría para los locales poco después de la reanudación. Así quedaría el partido, y en la tanda de penaltis, el Racing se impondría por 4-3. Los tiros racinguistas a gol fueron obra de Miro, Tino, Abad y Buckley, mandando Isidro su tiro al palo. Por el Cádiz marcarían Mágico, Pedraza y Calderón; Sánchez chutó directamente fuera y el meta Alba le detuvo a Linares su tiro. A pesar de ello, el Cádiz seguía dependiendo de sí mismo para jugar en Primera, confiando todo lo que puede hacer por su parte en el segundo partido en Carranza ante Osasuna.
El partido ante el equipo foral se convierte en uno de los más tensos y emocionantes de la historia cadista. Si se pierde, adiós a Primera; si se gana, se asegurará un puesto en la máxima división nacional. Y si se empata, quedará todo en el aire a la espera del tercer partido, ya sin intervención del Cádiz. Finalmente es esto último lo que ocurre; en un día con fuerte viento de levante, el Cádiz se adelantó en el marcador con un gol de Mágico González de penalty a los once minutos de juego, pero tras el descanso el árbitro Pajares Paz, muy mal auxiliado por sus líneas, no lo iba a poner tan fácil; al cuarto de hora de la reanudación expulsa al cadista Pedraza y, faltando aún 25 minutos para el final del tiempo reglamentario, expulsa también al central Arreitu, dejando al combinado amarillo con nueve jugadores. Esto provoca un gran escándalo en las gradas, con lanzamientos de objetos que hacen detener el partido. Y quedando un cuarto de hora para llegar al minuto 90, finalmente el otro González del partido, Martín González, consigue el empate para Osasuna. El descuento resulta brutal: ¡14 minutos! En una época en la que todavía no se mostraba la pizarra con lo que se descontaría, esos minutos se hacen eternos y angustiosos. Daba la impresión que el partido no se iba a acabar hasta que marcara el Osasuna, por lo que no fue de extrañar que cuando por fin Pajares pitó el final fuera celebrado aquél nuevo empate como una victoria. En los penaltis, esta vez es el Cádiz el que vence por 4-3, pero Jaro, que lanzaría el último penalty, mandó al travesaño su tiro; en ese momento nadie le dio importancia porque se había ganado la tanda de todas maneras, pero más tarde se advertiría que, de haberlo marcado y de haberse impuesto por dos goles en un 5-3, el Cádiz se hubiera asegurado estar en Primera, ya que con esa condición y con las combinaciones simuladas se demostraba que en el tercer partido siempre quedaría un equipo, Racing u Osasuna, como último clasificado, quedara como quedara el partido o los penaltis. La noticia deja algo fría a la afición, que siente cómo se ha escapado la oportunidad de haber dependido de sí mismos. En la tanda, antes habían marcado por el cuadro local Calderón, Juan José, Barla y Cabrera; en el lado visitante, marcaron Lumbreras, Arozarena y Ripodas; Martín (no el que empató el partido, sino otro) chutó fuera y Jaro detuvo el tiro de Benito (el del Osasuna, claro; en el partido también intervino el cadista Elías Benito).

Al Cádiz sólo le quedaba esperar a ver qué ocurriría en El Sadar con duelo entre Osasuna y Racing. Existía una posibilidad para que todo se fuera al traste; un empate a 2 o a más goles y victoria del Osasuna en los penaltys. Las especulaciones se disparan y el partido es seguido con gran interés a través de las ondas. Afortunadamente, el Osasuna prefiere no complicarse la vida ni hacer cuentas de la vieja y solventa el partido con una victoria por 2-0, con sendos goles de Martín González, que pasó de villano a héroe en la Tacita de Plata. Ni siquiera hizo falta lanzar los penaltis, pues el Racing, con un solo punto, quedaba como equipo de Segunda, por dos puntos el Cádiz y tres el Osasuna (recuérdese que hasta 1995 las victorias daban dos puntos).

De forma totalmente milagrosa y tras una campaña desastrosa, el Cádiz conseguía, tras quedar colista destacado en la fase regular, colista destacado en el Playoff, sin ganar ningún partido en esta última liguilla y perdiendo además una tanda de penaltis, perdurar en la máxima división, en la que estaría, quien lo hubiera pensado, seis años más.

 

Comentario redactado por Nicolás Betanzo

CREACIÓN FICHA: 26/02/2009

ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 23/06/2017

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