Otra vez a Primera, otra vez contra el Elche, otra vez Milosevic.

Este año el Cádiz cuenta con un arma secreta que nadie conoce: Mágico González. Tras su papel en el Mundial de España, el secretario técnico, Camilo Liz, lo ficha para las filas amarillas. Nadie lo conoce entonces, pero cuando concluye el campeonato, son pocos los que no han oído su nombre. Junto a Pepe Mejías, forma ese año una de las mejores duplas que jamás ha vestido la camisola amarilla, y que se hincha a meter goles. Prácticamente todos los rivales recogieron el balón de la red de uno de los dos astros.

Esa temporada llega además Vojinovic, que habría de ser un auténtico valladar en la zaga cadista los próximos tres años. La foto la completan Chano (que se sale y consigue que el Mallorca le fiche), Amarillo (inmenso en el lateral izquierdo), Dieguito, Manolito y Escobar (formando un centro del campo inexpugnable) y el guardameta Claudio. Ese verano además se incorpora al cuerpo técnico, como segundo entrenador y máximo responsable del filial, un tal David Vidal.

El comienzo no es muy esperanzador, y tras las primeras ocho jornadas disputadas, el Cádiz sólo ha sacado adelante un encuentro (el que significó la vuelta a Carranza en partido oficial del Xerez Deportivo diez años después). Justo cuando la afición empieza a ponerse nerviosa, surge de nuevo la tranquilidad del técnico balcánico, que sabe dar la vuelta a la situación.

El espectacular estirón final del Cádiz, que vence en los últimos cinco partidos de liga, concluye con un ascenso que parecía casi imposible. Victoria por 2-0 ante el Rayo, goleada a domicilio al Castellón (1-5), y las victorias frente a rivales directos como Palencia (1-0) y Mallorca (1-2) hacen que el Cádiz se plante en la última jornada de liga con opciones.

No obstante, los gaditanos parten en desventaja de un punto frente a Mallorca y Deportivo (el Murcia hace ya mucho que es campeón). Los cadistas por su parte, tienen que sacar su partido adelante frente al Elche, contra el que ya ascendieron dos años antes. A veces el destino es caprichoso. Los ilicitanos tienen una oportunidad de oro de vengarse, pero los de la Tacita no dan ninguna opción y machacan a su adversario (que maquilla el resultado en el descuento).

Con todo resuelto en Carranza desde bien pronto, el partido se juega con los transistores, en los campos del Castilla (donde viaja el Mallorca) y del Deportivo (que recibe al Rayo). Pese a que ambos juegan contra rivales que ya nada tienen que decir, bermellones y blanquiazules caen estrepitosamente, dejando vía libre para que el Cádiz se proclame subcampeón y lleve la locura y el éxtasis a las calles de la ciudad.