Una única temporada jugaría Abraham con el Cádiz. Sería la 2009-2010, la del retorno a Segunda, aunque este, como es sabido, sería tan efímero como el paso del centrocampista por el club amarillo.

Criado en la cantera barcelonista (llega a incluso a debutar en liga con Guardiola como entrenador), el jugador, apodado como El Ruso, llega con la vitola de ser un centrocampista técnico, se desenvuelve en la zona de tres cuartos, y tiene llegada a gol. Antonio Muñoz, en su presentación, asegura que el Cádiz llevaba detrás de él varios años, y que por fin conseguían hacerse con sus servicios.

La temporada de Abraham en el Cádiz tiene varios altibajos. Comienza contando con la confianza absoluta de Javi Gracia, que lo alinea desde el partido inaugural, pero su juego no termina de convencer a la afición y a la prensa, el catalán no termina de ser ese enganche que surta de balones a sus delanteros. Tampoco tiene mucha culpa, y es que el equipo está más tiempo sacando balones de la defensa como buenamente puede.

Tras doce partidos, el preparador navarro le retira su confianza, y ya no volvería a jugar con él. Tuvo que llegar Espárrago para que de nuevo, Abraham cobrara protagonismo. Aunque al igual que al comienzo de la liga, el exbarcelonista no termina de enganchar.

Sin embargo, en el último tercio liguero, cuando el Cádiz por fin empieza a despertar y por momentos ilusiona con la permanencia, Abraham impone su clase, siendo uno de los motores de esta recuperación. Especialmente emotivo fue el partido ante el Real Murcia en Carranza, ganado en el último suspiro gracias a un gran cabezazo de Fleurquin, que le dedica el gol al barcelonés, recién llegado de su tierra natal donde acaba de enterrar a su padre.

En los últimos partidos de liga, con un dedo de la mano recién operado, juega con un vendaje especial, ante la premura de Espárrago, que lo considera fundamental en su nueva posición de mediocentro, algo más retrasado. Por desgracia, como sabemos, su aportación no fue suficiente para eludir el descenso.

Consumado éste, Abraham no tiene sitio en el Cádiz: sus emolumentos son inasumibles para el club, que le da la carta de libertad.