Curtido en la cantera del Albacete, donde debutó en Segunda en 2009 con 19 años, pronto ficharía por el Atlético de Madrid, jugando en Segunda B con su filial y estrenándose con el primer equipo en Copa del Rey. La siguiente campaña la jugaría en el Rayo Vallecano, alternando el filial hasta que José Ramón Sandoval le hizo debutar en Primera División.
No sería hasta la campaña 2013/2014 cuando tras jugar en Segunda B y algunos partidos en Primera, marcaría su primer tanto en la máxima categoría en una victoria rayista ante el Elche (3-0).
La Llagostera en Segunda División y el Olot en Segunda B fueron sus siguientes destinos hasta su fichaje por el Barcelona B en enero de 2016, marcando 12 goles en 49 partidos, divididos en temporada y media con ascenso a Segunda el pasado mes de julio incluido.
En Cádiz ha sido un jugador diferente, con duende, de los que sacan pañuelos, sea como elogio o acompañados de pitos. Pero nunca dejando indiferente.
Desde luego no se puede decir que empezara con buen pie. En plena pretemporada sufría una apendicitis que obviamente le hacía pasar por quirófano, lo que le lastró muchísimo a la hora de comenzar la temporada regular y ponerse al nivel de sus compañeros. Y luego una gastroenteritis. Para cuando estuvo bien, Cervera ya tenía su once perfilado y se vendía mucho más caro entrar en el once.
Y tampoco tuvo suerte en llegar al equipo justo en la pésima racha de octubre, cuando los resultados casi se llevan por delante a Cervera. Le tocaba entrar en las segundas partes a jugar con el marcador en contra, situación que el Cádiz nunca sabía manejar. Se le veían cosas muy interesantes pero no estaba en un entorno favorable.
Las lesiones no pararon de cebarse con él, y le tocó ver cómo su equipo enganchaba su mejor racha de victorias desde la grada. Ni siquiera el parón invernal le sirvió para recuperarse, y muchas alarmas se encendieron en torno a él, empezando por el propio futbolista, que no veía salida.
Nada menos que hasta febrero (once jornadas consecutivas estuvo sin poder jugar) tuvo que esperar para reaparecer y hacerlo además demostrando por fin la pieza clave que podía ser en este Cádiz. En casa frente al Oviedo entra en la segunda parte para firmar un señor partidazo coronado con un gol con el que inició una remontada clave ante el Oviedo. Por fin la suerte le sonreía y su equipo lo necesitaba. Como todo jugador que se acercaba a la punta del ataque cadista, se quemaba. Con un equipo que sufría cada vez más para llevar balones a sus delanteros, cuando Perea por fin pudo jugar no pudo explotar todo el talento que tenía.
Con todo, consiguió brillar y ser uno de los destacados en el tramo final de liga, pese al hundimiento progresivo del equipo. En Pamplona le dio otro aire al equipo tras salir él en el descanso, contra el Sevilla Atlético lideró al equipo a la victoria...había llegado por fin su momento.
A partir de ahí jugó prácticamente todos los partidos, bien de titular o bien como revulsivo, pero en todos dejaba buenas acciones y en el desierto que era la delantera amarilla, el manchego era un soplo de aire fresco con sus recortes y su manejo de balón. Por desgracia, como explicó con su contundencia habitual su entrenador, si bien sus cualidades eran sobresalientes, todas las lesiones que había acumulado le quitaban ritmo de competición e impedían que rindiera todo lo necesario. Hablando en plata, que se fundía al poco de salir. Por lo que no podía contar con él todo lo que quisiera.
Por fin, jugó los últimos cuatro partidos de titular, en una clara demostración de confianza por parte de Cervera en el tramo decisivo. Confianza que devolvió con hechos. Realizó un partido estelar frente al Zaragoza, ayudando al equipo a sumar una victoria que casi parecía meternos en playoff.
Un gol suyo pudo valer el pase a los dichosos playoffs. Contra el Tenerife, en la penúltima jornada, recibió un balón llovido del cielo y lo convirtió, de un trallazo, en un gol que daba esperanza a la hinchada cadista. Lamentablemente como sabemos, ese tanto fue neutralizado por los visitantes ya en el descuento, forzando tener que ir a Granada a jugárselo todo a una carta.
Su siguiente temporada en el Cádiz fue la más decepcionante. Un salto atrás para luego dar dos hacia delante. Otra vez tocó ver la cara más irregular de un jugador que tenía todas las condiciones para rendir a un nivel sensacional si nos atenemos a su técnica.
Cervera le dio sin embargo bola en septiembre, dándole un par de partidos de titular en liga tras una buena actuación en copa. Pero al final se terminaría quedando para eso, solo para el torneo del KO, desaparecido totalmente de los partidos e incluso de las convocatorias durante todo noviembre y diciembre. Lógico, los mejores meses del equipo, donde nada se tocaba salvo que fuera obligatorio.
Sin contar apenas para el técnico, fue cedido en el mercado invernal al Extremadura, donde tuvo el protagonismo que le faltó en Cádiz, convirtiéndose en una de las piezas claves de la resurrección milagrosa de los de Almendralejo, para conseguir una permanencia que parecía un imposible cuando él llegó. Todo un acierto para el club destino, y para el de origen, como se vería al año siguiente.
A veces, uno está en el momento oportuno en el sitio exacto. Así le ocurrió a Perea en la temporada del ascenso a Primera, que ante la falta de extremos zurdos, fue la solución de Cervera a esa banda. Y vaya solución. El manchego, después de su cesión al Extremadura que él mismo reconoció que le fue muy bien, destapó por fin el tarro de las esencias, y los críticos que tuviera a principios de temporada, tuvieron que irse haciendo pequeños hasta desaparecer por completo.
Con un juego que parecía a veces lento (algunos dirían que soba mucho la bola), daba en todos los partidos varias clases magistrales de cómo regatear y salir de la presión. En un fútbol tan físico como el que vemos ahora, jugadores como Perea, derrochando magia como si jugara al fútbol-sala, se agradecen especialmente. Parece que va andando, al trote, y de repente, latigazo y los contrarios se quedan atrás.
En la primera jornada deja ya la rúbrica de lo que van a ser sus actuaciones, con un derechazo, un misil, que daba la vuelta al marcador frente a la Ponferradina. Y una semana después, otro gol, frente al Mirandés. En los cinco primeros partidos marcó cuatro goles (si contamos el que “forzó” contra el Girona). En su temporada y media anterior sumó dos dianas. Carta de presentación en toda regla.
Pese al cambio de posición siguió rindiendo de forma sensacional, sin defraudar nunca y dejando perlas de su calidad en casi todos los partidos. Incluso en choques raros como el que cerró 2019 frente al Numancia, el manchego sacaba su chistera de trucos a pasear. Su rendimiento bien merecía la renovación que por fin se anunciaba poco antes de que acabar el 2019.
Esto no hizo que se relajara, ni muchísimo menos. Siguió sumando actuaciones brillantes, y como quiera que la directiva “pasó” de Cervera en invierno y tampoco le trajeron un extremo zurdo, Perea siguió siendo el que ocupaba esa banda, por muy a pie cambiado que le pillara. Ahí seguían sus regates en una baldosa (contra el Zaragoza, forzando un penalti) y sus goles (como el de Las Palmas).
Por desgracia, fue uno de los que peor llevó la vuelta tras el confinamiento. Y no solo por motivos deportivos. Fue expulsado en Soria de una forma absurda, ganándose dos partidos de sanción. Y en el penúltimo partido ante el Girona, de nuevo vio una roja absurda. Dos expulsiones de “niñato” que, si bien fueron feas, no empañaron la brutal temporada del manchego.
De vuelta (tanto él como el club) a Primera División después de mucho tiempo, Perea siguió siendo, sin duda, de los jugadores más técnicos (sino el mejor, según el propio Cervera) de la plantilla cadista. Pero eso es una cosa, y otra, ser titular indiscutible para él. Después de una temporada de ensueño para conseguir el ascenso, ahora, ya en Primera, el rendimiento no ha sido el mismo, asunto que era realmente difícil después del gran nivel demostrado un curso antes. Esta vez Perea no ha sido titular indiscutible (únicamente en algunos tramos concretos), ya que en toda la temporada (en la que no fue titular hasta la duodécima jornada con la victoria ante el Barça) solo ha salido de inicio en 17 encuentros. Es decir, menos de la mitad de los partidos del Cádiz CF.
Una temporada en la que se recuerda el penalti sufrido y no pitado ante el Granada y en la que marcó dos goles: uno ante el Levante en el Ramón de Carranza y otro frente al Osasuna en El Sadar. Además fue el segundo máximo asistente del Cádiz CF con tres asistencias, las mismas que el uruguayo 'Pacha' Espino y una menos que el madrileño Álvaro Negredo.
Tras una permanencia más que holgada, toca empezar de nuevo. Después de ser el héroe en el Trofeo, a Perea le tocó este año probar el sabor muy amargo de la suplencia, y por momentos del ostracismo, en favor de un bloque que estaba definido y que era con el que, para bien o para mal, iba el entrenador a morir en el campo, y en el que él no estaba.
Si bien apenas fue titular para Cervera, el técnico guineano sí que contaba con él como uno de los revulsivos para salir en las segundas partes, allí donde el partido estaba atascado, que era casi siempre. Ya en el primer partido contra el Levante se le empezaron a ver las costuras cuando, saliendo desde el banco para agitar la coctelera, regaló un pase horizontal a Morales que no marcó el 0-2 y la sentencia por la divina providencia.
Contra el Betis sale de titular, pero el manchego naufraga escandalosamente, y Cervera se lo carga en el descanso. Tardaría dos meses en volver a ser parte del once inicial, motivado en parte por la operación que aprovechó para realizarse en el primer parón de selecciones, pero obviamente también, por su pobre rendimiento.
Parecía que el cadismo recuperaba a Perea, tras ver su actuación estelar frente al Alavés en casa (pese a la debacle de perder contra un rival directo). En dicho partido, se vuelve a confirmar que el de Albacete es uno de los jugadores más técnicos, con más calidad de los que dispone el técnico, y Cervera aprovecha su buen momento de forma, para alinearlo con asiduidad. Perea vuelve a subirse al carro del equipo.
Sin embargo, este año no rompería como otros y tras cinco titularidades seguidas (en los peores partidos del Cádiz en la temporada, como por ejemplo, Getafe, Atlético o Elche) el manchego ya desaparecería, ahora sí, del equipo, casi de forma definitiva. Después del palo de Elche Cervera ya no volvería a alinearlo más.
Sorprendió su titularidad, ya con Sergio, en casa frente al Español, pero fue algo totalmente testimonial. A partir de ahí los fichajes de invierno le pasaron por la derecha, y quitando ese encuentro, en el resto de la segunda vuelta apenas sumaría 45 minutos más de juego, quedándose como un cambio residual para perder tiempo, cuando entraba.
Así que contaba en las quinielas para dejar el equipo al verano siguiente, ya con Sergio como capitán de la nave. Sin embargo, sorprendió siendo titular en el primer encuentro, frente a la Real Sociedad. No obstante, su rendimiento fue escaso y el técnico lo cambió en el descanso, confirmando seguramente en ese momento la marcha que ya se había adivinado tras la segunda vuelta del año anterior.
Aunque hubo que esperar al último día de mercado, en el que firmó por el Granada en Segunda, para dejar una ficha libre en el Cádiz, se terminó confirmando su marcha, tras un periodo muy largo en el que dio tiempo para todo.
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ÚLTIMO PARTIDO: LIGA: Cádiz CF - Real Sociedad (14/08/2022)
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CREACIÓN FICHA: 17/07/2017
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 17/01/2024
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