Nacido en Bilbao, se unió a la cantera del Athletic Club en 2003, militando en el primer filial desde 2012 y llegando a debutar en el primer equipo en la temporada 2014-2015, con el que jugó en Copa, Liga e incluso Liga de Campeones. Debutó también como internacional sub’20 en el Mundial de Turquía.

En 2016 jugó la segunda vuelta con el Bilbao Athletic en Segunda División siendo el máximo goleador del equipo con ocho goles en 21 partidos, llegando a ser nominado como jugador revelación de la categoría por LaLiga.

Llega al Cádiz en el mercado invernal, tras no participar en la primera mitad de la competición en el club vizcaino. Y no lo hace porque solo unos meses antes, en mayo, cuando por fin estaba entrando en los planes del primer equipo, tuvo la mala fortuna de sufrir la temida rotura de ligamento cruzado. Así que es toda una incógnita y un riesgo, puesto que el jugador llega a Carranza tras el largo periodo de recuperación que sigue a esta lesión tan grave. Recuperación que además se vio agravada por requerir de una segunda visita al quirófano nada menos que a dos días (30 de diciembre) de que se abriera el plazo invernal del fichajes.

Por ello, cuando llega a Cádiz, su fichaje se recibe con tanta expectación como cautela. No en vano, el club amarillo apura el plazo, hasta el mismo 30 de enero, para firmar el acuerdo de cesión. Debuta diez días después de su presentación, nada menos que en Getafe.

Las dudas sobre su fichaje duran exactamente un minuto. El tiempo que necesita el vasco para, en la primera pelota que tocaba como jugador amarillo, clavara un golazo de falta directa por la escuadra. Pinchen el enlace, no se cansen de ver semejante maravilla. Tarjeta de presentación impecable y honesta. A partir de ahí, el bilbaíno iba a ejecutar, con ese guante que tiene en la zurda, todo balón parado que tuviera a favor su equipo. De ahí salieron varios golazos más (el más fresco en la retina, el obús que nos hizo soñar contra el Tenerife; sin olvidar la folha seca imposible en el Pizjuán) o asistencias para que otros solo la empujaran (de nuevo contra el Tenerife, suyo es el córner que Aridane remata a gol para ser injustamente anulado por el colegiado).

Aunque la fantasía de Aketxe no terminaba ahí. Cervera le fue dando minutos (como siempre, el maestro midió perfectamente los tiempos) hasta que a partir de abril, ya sería siempre titular en la mediapunta. Capaz de regatear en una baldosa, era el ingeniero que con esas cosas diferentes que sólo los zurdos ofrecen, habilitaba a la línea de arriba para que machacaran a sus rivales. Borró del mapa por completo a Rubén Cruz, y seguramente ni el utrerano podía discutir la superioridad de su compañero. La grada, ansiosa de que hubiera una falta cerca del área para que la tirara el vasco, jaleaba su nombre. Había nacido una estrella.

El precio a pagar, más habiendo terminado la temporada en su mejor momento, era que había que decirle adiós una vez despertados del sueño del ascenso a Primera. Ese tipo de genio no se podía quedar por más tiempo en la división de plata. Lo disfrutamos poco, pero menos es nada. Superclase.

El destino sin embargo, querría que tuviéramos una segunda oportunidad con él.

Sin duda la bomba del verano de 2018 en cuanto a fichajes, el regreso del vasco que después de no encontrar sitio en el Athletic Club, y de no adaptarse a la liga estadounidense, volvía a Carranza, como uno de los fichajes que más ilusionaba a la afición.

Su temporada, sin embargo, fue irregular, con luces y sombras. Contando siempre para Cervera, de largo su principal aportación siempre en el campo era el balón parado. Cuando se trataba de participar en jugada, su rendimiento bajaba muchos enteros. Un handicap que muchos terminaron echándole en cara al vasco.

Todas sus valoraciones de los partidos son idénticas, espectacular en el balón parado, donde genera muchísimo peligro, le falta luego juego combinativo con el balón en movimiento.

En el descanso de lo que luego sería el 5-1 al Elche, Cervera decidió sustituirlo y volver a un fútbol más clásico y más reconocible en él. Esto se llevó por delante al vasco, que a partir de entonces, y ante la racha espectacular del equipo, perdió protagonismo, que no recuperó hasta el tramo final del campeonato, quedando para revulsivo en las segundas partes, en las que tocaba colgar más la pelota porque se iba perdiendo.

De repente Cervera lo empieza a utilizar…¡de lateral izquierdo! Su cara en Málaga cuando se coloca en esa posición es un poema. Pero lo cierto es que ante los muchísimos problemas para cubrir con garantías esa posición, lo que empezó siendo como una broma terminó convirtiéndose en algo casi habitual, ya que Cervera le va dando cada vez más partidos ahí.

El vasco entraba y salía del equipo, sin saberse muy bien porque. Lo mismo te daba una victoria como lo hizo en Alcorcón (donde fue el único que brilló pese a la victoria) como de repente desaparecía del once o la convocatoria.

Su partidazo ante el Zaragoza en Carranza en el que salvó los muebles, Cervera se dio cuenta seguramente que ante la incapacidad de los delanteros, el peligro del vasco a balón parado puede ser la respuesta. Todo vale para paliar la falta de gol. A partir de ahí, Aketxe se hace casi imprescindible para Cervera hasta el final de la temporada. Es clave en partidos como la remontada contra el Zaragoza (nada más salir al campo la clavó por la escuadra), la victoria en Las Palmas o frente al Numancia. De nuevo, le falta jugar con el balón en movimiento, pero no se puede prescindir de su peligro a pelota parada.

Imprevisible como él solo, después de varias semanas siendo titular sin destacar demasiado, el día que Cervera lo deja en el banquillo pero lo saca en la segunda mitad, en Granada, se inventa uno de esos golazos suyos, que salva otro punto para su equipo. Fue su último gran servicio a la causa en su segunda etapa de amarillo.

Al terminar la temporada, el club intentó renovarle, pero el vasco eligió el proyecto del Deportivo de la Coruña.