Otro partido con un juego por momentos insulso, por momentos lineal y feo, pero quinto partido sin perder y once puntos de quince posibles empiezan a dejar de dar espacio para la crítica, y aferrarse al plan de Garitano, que parece tener esto más controlado de lo que se ve en el césped. Si además, le añadimos ese puntito de suerte que tienen los equipos llamados a hacer cosas importantes, no tenemos más que razones para estar contentos. Vamos a ver qué pasa.
Como decimos, pocos aficionados van a hacer un replay mañana del encuentro, y es que hubo muy pocas cosas que llevarse a la boca. Especialmente dura fue la primera parte, en la que los amarillos, recuperando a Kovacevic y poniendo a Tabatadze de titular (cualquiera lo volvía a dejar en el banquillo) al igual que a Sergio Ortuño, no tuvieron en ningún momento el control del partido. Tampoco es que el Eibar hiciera nada especial ni del otro mundo. De ahí el bocadillo de carne mechá (sin salsa ni na) que tuvieron que ir royendo los aficionados.
Nadie podía echarle en cara a los locales que no se esforzaban, pero la claridad de ideas a la hora de hilvanar jugadas para generar ocasiones en superioridad brillaban por su ausencia. Destacó por encima de todos el héroe georgiano, que hoy no vio puerta pero que presionaba como si le fuera la vida en ello, complicando la circulación de balón al rival y robando algunos balones que se convertían en posesiones peligrosas en campo rival. Suya fue la mejor ocasión del primer acto, en un mísil que disparó en el minuto 8 pero que se lo abortó un defensor blaugrana cuando iba a portería.
Se pudo ir el Cádiz con ventaja en el marcador al filo del descanso cuando el meta Magunagoitia erró estrepitosamente en un despeje fuera del área, dejando el balón a los cadistas y con la portería descubierta. Pero ninguno de los atacantes encontró camino fácil a la portería para aprovechar el regalo del rival. O cuando García Pascual, atento al posible fallo del rival, se encontró con un rechace casi en el área chica, pero el meta eibarrés, cerrándole muy bien el hueco, evitó lo que ya parecía el 1-0.
La segunda parte regaló muchas más ocasiones para los ojos de los espectadores, con el partido más loco yendo de área a área. Empezó con un susto morrocotudo para los feligreses cadistas cuando Corpas se plantó, tras una estupenda triangulación, frente a Aznar, que se hizo grande y le tapó la portería al delantero rival cuando nos temíamos lo peor. El brasileño empezaba ahí su recital. La réplica de un Cádiz que estaba presionando mucho más arriba vino en el minuto 52, cuando tras un toque de espuela de calidad de Tabatadze dejaba solo a Sergio Ortuño para que este centrara al área, y tras un rechace, el balón quedó franco a Iza para que chutara, pero le pilló con su pierna izquierda y no pudo aprovechar su posición totalmente solo.
Sin tiempo para respirar, un mal despeje de Diakité en la otra portería (estuvo horrendo el centrocampista, con muchísimos errores que generaron ocasiones para los contrarios) acabó en un balón que dejaba solo a Magunazelaia, que cruzaba en exceso cuando tenía todo para marcar. De nuevo, como si de un combate de boxeo se tratara, contestan los de Garitano con una jugada que avisaba de lo que iba a pasar después: recuperación en la medular, pase largo a Suso para que desde la derecha, recortara hacia dentro y disparara. En esta ocasión, atajó el guardameta.
Y dos minutos después, mismo guión. Primero ocasión de los vascos (esta vez por la izquierda) para que Aznar de nuevo repeliera el tiro, y ya por fin en el 60, con el balón ahora circulando de banda a banda, Suso repite el mismo recorte y ahora sí, la pone en el palo largo imposible para el arquero. El Cádiz conectaba el primer derechazo a la mandíbula, a la postre, definitivo.
En el minuto 70 otra pérdida inusual de un desastroso Diakité permitió dar una asistencia en profundidad a Bautista para que el 13 cadista se erigiera en héroe y salvara el uno contra uno. Ahora sí, con el marcador a favor, el Cádiz busca más retener el resultado y el Eibar no tiene más remedio que jugársela yendo arriba. Los minutos pasaban, se iban introduciendo cambios y parecía que los tres puntos se quedaban en casa. Pero en la última jugada del descuento, en un saque de banda que fue casi un córner (subió hasta el portero rival) el cuero llegaba al punto de penalti, para que primero rematara Arambarri y milagrosamente apareciera la mano del portero, y el rechace lo sacaba después Recio, con el portero vencido después de su enorme parada. Pues eso, ese puntito de suerte.
Ahí concluyó el choque que deja un inicio liguero más que positivo. Sigue habiendo lagunas en el juego del equipo, pero mientras vaya sacando la media inglesa como lo está haciendo, adelante a toda máquina!
Foto: cadizcf.com