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A veces el fútbol quiere que ganes

17 de noviembre de 2024

Ficha en la web:
Cádiz - Córdoba (2024-2025)

Se lleva el Cádiz una victoria que, desgraciadamente pese a estar solo en noviembre, es fundamental, como todo lo que queda por jugarse, para seguir vivos en la pelea por la permanencia. Es así de triste decirlo, pero es la absoluta realidad. Mejora el conjunto amarillo sus paupérrimos números en casa, y toma aire a costa de un Córdoba que es, de largo, el peor visitante de la categoría. Puede que hoy hayamos visto el duelo más plácido de lo que va de campeonato, aunque eso no debe tapar las carencias, graves todavía, que muestran los de Paco López. Lo vamos analizando.

Como la inmensa mayoría de partidos en esta categoría, comenzó el cuadro local apretando mucho. En diez minutos, liderados por un estelar Ocampo, los amarillos pisaron área en multitud de ocasiones, y generaron situaciones que debieron acabar en algo más. La presión cadista era eléctrica, y sobre todo por la banda izquierda, se generaban desequilibrios que permitían buscar el área. Aunque la ocasión más clara la tuvo Ontiveros, otra vez verso libre en el campo, con una nueva demostración de técnica que solo él tiene al alcance en esta plantilla. Toque sútil desde el pico del área que llovido, caía sobre el palo para aullido de los espectadores. Era el minuto 8, pero es que ya antes Ocampo había puesto varios centros que debieron acabar en gol.

Y como pasa también en estos partidos, pasado ese arreón inicial de mucha fuerza pero infructuoso en ataque, la contienda se iba nivelando y el Córdoba, con un trato de balón mucho más cuidado que el zafarrancho amarillo, iba encontrando el camino al área contraria. En el minuto 20 llegaba la réplica blanquiverde, con un mísil de Antonio Casas que se estrelló en la cruceta, y que dejó temblando tanto a la portería como a la parroquia en la grada. Con mucha más posesión y trenzando con más eficacia las jugadas, ahora era el Cádiz el que terminaba retrasando el cuero hasta su portero, para desesperación del hincha, que ya no se corta y pita a los suyos cuando los ve incapaces, como era el caso. Para colmo, empezó un rosario de problemas físicos. Carlos Fernández, Escalante, David Gil y Zaldua acabaron todos por los suelos, siendo este último el que no pudo resistir y tuvo que irse al banco antes de tiempo. Salió Fali en su lugar, que como le correspondía, fue silbado por el público, que ya no aguanta ninguna. Y a ver quien le chista a esta afición, que está ya muy cansada.

Pero el fútbol es lo que es por su carácter inexplicable e impredecible. Historia veces mil ocasiones, que hoy se repitió en el Mirandilla. Cuando peor lo está haciendo el conjunto de Paco López (que cumplió el segundo partido de sanción desde el palco), una jugada de listo de Roger acaba, VAR mediante, con el balón en el punto de penalti. Ontiveros se equivoca pero la suerte que otros días no se tuvo cayó por litros en Cádiz hoy. El rechace le cae manso al marbellí que sin oposición, remacha a la red.

El choque se convirtió en un ir y venir de jugadas a cada cual más extraña, y así ocurrió hasta que finalizó, con sus ocho minutos de descuento incluidos. David Gil, con una parada soberbia, evitó, viniendo desde el otro palo, el que habría sido el gol del empate. Del posible 1-1 se pasó al 2-0 cuando de nuevo Roger en el área chica, remachó la enésima entrada de un Ocampo colosal. Lio de piernas que termina resolviendo el VAR de nuevo con justicia para los locales. Tras un par de minutos, celebración en diferido pero bienvenida era. El Cádiz había mostrado que atrás seguía sufriendo muchísimo, y eso que sus centrales estuvieron de maravilla, tanto Chust como Kovacevic, lo que evidencia que el problema es de sistema y de todo el equipo. Pero se iba, sin saber muy bien como, con dos tantos de ventaja.

Era una incógnita pensar como se iba a desarrollar el segundo acto. Por poco no lo dejó sentenciado todo Carlos Fernández cuando Ocampo, otra vez excelso el uruguayo, incontrolable en su banda, le ponía el cuero en la cabeza al sevillano (tras un caño que dibujó un ¡ohhhh! en la grada de los que no se olvidan), pero éste cabeceó desviado. Devolvió el favor Theo Zidane cuando, absolutamente solo en el área, se echaban hacia atrás lo justo para mandar arriba un centro que le llegó desde la derecha y que en condiciones normales habría sido el 2-1. Es fútbol ficción, pero no cuesta mucho imaginarse en el estado de nervios que hubiera entrado el Cádiz si se hubiera visto con su ventaja reducida a la mitad.

A partir de ahí el partido se fue apagando, para interés del Cádiz, que era lo que mejor le venía. Sus llegadas, que seguían siendo por la banda izquierda, no eran aprovechadas, lo que nos debe mantener con las orejas tiesas, porque otro día el rival no tendrá tanta piedad. El ratio de llegadas contra ocasiones bien ejecutadas es muy pobre en este equipo, y así están las cosas como están.
En defensa tampoco mejoraba la cosa, y el cuadro entrenado por el excadista Iván Ania llegaba con opciones que no se pueden consentir. Así, en el minuto 75 Fali despejaba bajo palos un balón que ya había superado al portero, y en el 87 fue el arquero el que de nuevo se erigió en salvador al abortar un disparo claro de Obolskii cuando ya se cantaba gol en el sector califal de la grada.

A partir de ahí ya el duelo se diluyó y en el descuento, ahora sí, el Cádiz dominó claramente y no dejó que pasara nada más. Suspiro de alivio para todos, jugadores, entrenador no digamos, y afición, pero que insistimos, no puede impedirnos que veamos el bosque, porque aquí queda muchísimo que mejorar, y una derrota en Granada (que está lanzado) nos vuelve a hundir en el sótano de la clasificación. Cuidado todo el mundo.

Foto: cadizcf.com