Hay que acordarse hoy especialmente de Antonio Calderón, que sin lugar a dudas, ha sido el gran artífice de la resurrección del Cádiz, y que a estas horas estemos hablando, como mal menor, de haber alcanzado la última plaza que daba derecho a disputar el playoff de ascenso.
Llegaba el gaditano cuando faltaban ocho encuentros para finalizar el campeonato, con un equipo hundido tras caer, por enésima vez, lejos de Carranza, en este caso, frente al Almería B. Quinto y con el Guadalajara a cuatro puntos. Todo era pesimismo en el entorno. Pero henchido de fe y convencimiento, y con exactamente los mismos mimbres que contaba su predecesor, Calderón ha conseguido sumar la friolera de 20 de esos 24 posibles puntos a los que aspiraba. Ahí es nada. Ahora puede pasar cualquier cosa, pero lo cierto es que los suyos han vuelto a ganar a domicilio, mantienen su brutal pegada en casa, pero sobre todo, HA CONSEGUIDO QUE TODO EL MUNDO CREA como lo hacía él cuando llegó, acompañado de otro cadista que siente los colores como el que más, Chico Segundo.
Muy poquitas veces un recambio en el banquillo trajo el efecto deseado, y desde luego, casi nadie dio la vuelta a la situación como él lo ha hecho. Sólo podemos mencionar otras dos personas con un perfil parecido al suyo, sin un gran nombre, con pocos banquillos a sus espaldas, pero que respiran cadismo por los cuatro costados: David Vidal en la temporada 88-89 y Ramón Blanco en la 90-91. Ambos consiguieron entonces dejar en Primera a un equipo que parecía muerto. Entonces se trataba de evitar la Segunda, ahora se trata de alcanzarla
ENHORABUENA MISTER!