Dicen que nadie escarmenta en cabeza ajena. Ojalá que no sea el caso del Cádiz en esta semana.
Aunque los casos no son totalmente comparables, sí que podemos sacar alguna enseñanza del Real Oviedo, club que como el nuestro, atesora una gran afición, una envidiable historia, un estadio de Primera, pero que tiene que purgar sus pecados en la ruinosa Segunda B.
La temporada para el excadista Jon Erice, que llegaba este pasado verano al club carbayón, ha llegado a su fin. En el grupo I sólo militan 19 equipos tras la exclusión del Salamanca, por lo que todas las semanas descansa un equipo. Ese papel les toca a los asturianos justo en la última jornada, por lo que ya no jugarán más partidos. La escuadra ovetense empieza la jornada ya en el quinto puesto, por lo que nunca podrá acceder a los que dan derecho a jugar el playoff.
Un equipo grande, una afición de bandera, pero que tendrá que estar otro año más en Segunda B, sin tan siquiera tener opción a disputar una plaza de ascenso. No haría mal el cadismo en aprender de la decepción oviedista, para evitar caer en la complacencia de pensar ya en el playoff, cuando aún queda un partido que debemos ganar.
Un año horrible para el que fuera mediocentro amarillo entre 2008 y 2010, puesto que al fracaso del equipo, se han unido las muchas lesiones que ha sufrido, que le han impedido rendir al 100% para ayudar a los suyos. De hecho, el jugador no se ha cortado al afirmar que "hemos hecho el ridículo más espantoso que haya hecho en un equipo"
Más suerte a ambos para el próximo campeonato.