Manuel de Diego tendrá para siempre un lugar privilegiado de la historia cadista al ser el presidente del primer ascenso a Primera del Cádiz CF.

Empresario de productos alimenticios y teniente alcalde del Ayuntamiento cuando accede a la presidencia, era una personalidad muy influyente de Cádiz, y siempre le había interesado enormemente el Cádiz CF. No en vano, se le consideraba una de las voces más autorizadas entre los socios. Su opinión, más o menos acertada, era siempre escuchada por socios y directivos.

Intentó por varias veces el "asalto" a la presidencia, la primera de ellas en 1970, en la que salió derrotado por Gutiérrez Trueba. No obstante, De Diego no iba a quedarse cruzado de brazos y fundó la Peña Cadista, una asociación en cuyo ánimo estaba contribuir al desarrollo del club, aunque fuera desde una posición de "outsider".

De hecho, esta Peña Cadista habría de realizar una de las operaciones más importantes en la historia del club: la adquisición de los terrenos de El Rosal. Lo hizo con vistas a ser presidente, cierto, pero en los estatutos de esta peña, y en contra de la opinión de todos sus allegados, especificó que si la peña era disuelta, dichos terrenos pasarían a poder del club. Hoy día constituyen la Ciudad Deportiva del Cádiz, fundamental para el desarrollo de la cantera cadista.

En 1976, tras la renuncia de Vicente Alonso, es elegido, por delante de Márquez Veiga, para presidir el club. Su discurso de "investidura" ya deja bien a las claras cuales van a ser sus líneas de actuación: "En nuestra ciudad, no sé porqué, tenemos que estar siempre divididos en dos bandos, cuando en realidad sólo existe un equipo. No prometo este año ni ascensos ni grandes cosas. Sólo honradez y trabajo. Hay que reformar muchas cosas en la sociedad, especialmente en materia de disciplina y sobre todo hay que buscar una continuidad técnica, para que esta faceta no tenga en lo sucesivo que estar ligada a la elección de presidente".

Pero resulta que a las primeras de cambio, consigue lo que muchos otros llevan años intentando. Tras una excelente temporada, el Cádiz queda subcameón y se aúpa, por fin, a la máxima categoría del fútbol español. De Diego lo había conseguido.

Tras la temporada siguiente, en la que el equipo paga la novatada y no consigue la permanencia, Manuel anuncia que deja la presidencia. Por desgracia, lo hace dejando una importante deuda económica, aunque su legado, el primer ascenso y El Rosal, bien lo compensaban.

Manuel de Diego nos dejaba para siempre en enero de 2004, aunque su recuerdo queda indeleble para siempre en el corazón de todos los cadistas.