Mítico portero en la historia del Cádiz. Si hay que buscar una palabra para definirlo, esa es la de profesionalidad.

Llega en el mercado invernal de la temporada 98-99, ya con 27 años, así que pocos podían imaginar que aquel vasco de gesto serio se convertiría en uno de los jugadores más importantes de nuestra historia reciente, y puede que todo este centenario.

El de Sopelana fue dueño y sueño de la portería cadista en casi todas la temporadas en las que vistió de amarillo, convirtiéndose así en el quinto jugador de nuestra historia en disputar más partidos ligueros con la camiseta del Cádiz.

Pasó por todo tipo de situaciones: jugó en las tres categorías, fue uno de los capitanes de los encierros del año 2000, el abanderado, junto con Oli, del ascenso a Primera (fue Zamora de Segunda con el Cádiz en la temporada 2004-2005)...La afición es un clamor cada vez que se oye su nombre.

Cuando peor lo estaba pasando en el club amarillo, le llegó el gran momento de su carrera, la oportunidad de defender la portería de su Athletic, de debutar en La Catedral. Sin duda un merecidísimo premio a su tesón, saber estar, su garra y sus excelentes condiciones, sobre todo en el mano a mano y en los balones por bajo, donde se mostraba como un felino. En su primera temporada de rojiblanco, tuvo un papel absolutamente fundamental para el equipo de Caparrós.