Desde que llegara en el verano de 2001, no importa cuantos entrenadores haya tenido, o los compañeros por el puesto con los que ha tenido que pelear por ser titular, todos terminaron por reconocer al alicantino como titular indiscutible.

El año de su llegada, que fue terrible en el aspecto colectivo, la grada pagó con él la frustración por el pésimo papel del equipo, gritando aquello de "Velázquez, Velázquez", cada vez que él cogía la pelota. Sin tener la más mínima palabra de reproche, no paró de trabajar hasta tornar aquellos silbidos en aplausos unánimes por la afición del Cádiz, que supo ver el gran profesional que era.

Sin ser un jugador especialmente técnico ni veloz, la colocación de Varela y su privilegiada visión de los partidos en todos las fases de los mismos, le permitían ser un valor más que seguro en defensa. Jugó muchísimos partidos como lateral zurdo, pese a ser diestro, e incluso como central. Era un valor seguro en la zaga.