Alguno dijo que De Quintana venía ya de vuelta cuando fichó por el Cádiz. Pues menos mal....

De Quintana ha sido, probablemente, uno de los mejores centrales que han pasado por el club entre 1990 y 2010. Sólo Carmelo o Cortijo (en su segunda etapa en el club) pueden hacerle sombra. Y es que De Quintana dejó una honda impronta en el club. A pesar de tener que dejar el Cádiz y el fútbol en activo en la desastrosa temporada de 2007-2008, en medio de todo aquel desastre la afición supo reconocer su labor y dedicación, y le despidió con una sonora ovación, ganada sin duda a pulso desde que el verano de 2003, arribara a la Tacita como un fichaje explícito solicitado por Jose González. Con el tiempo entendimos porqué.

La seguridad que De Quintana daba a la zaga era simplemente pasmosa. El catalán, alto y fuerte, imponía su físico en la zaga, y así, como el que no quiere la cosa, iba regalando muestras de su sabiduría al compañero que tuviera junto a él. Sambruno o Paz, por citar algunos, se hicieron, qué duda cabe, más jugadores junto a él.

Hombre tranquilo dentro y fuera del campo, jamás fue noticia por algo que no estuviera directamente relacionado con su mando en la zaga, su templanza a la hora de sacar el balón, su fortaleza aérea (que le permitía marcar algún que otro gol).

Como anécdota, referir que el bueno de Ramón ha tenido que sufrir en su carrera nada menos que ocho descensos, un récord hasta hoy imbatido. Desde luego, esa triste estadística está muy lejos de ser su responsabilidad directa.

Fue internacional sub20 (4 veces) y sub21 (3 veces).