Mansilla llega siendo un perfecto desconocido al Cádiz en el verano de 2008, tras el varapalo del descenso a Segunda B. Cuenta entonces ya con 27 años, y su mayor logro ha sido jugar con el Mérida en Segunda B la temporada anterior.

Con un físico algo desgarbado, aunque gran envergadura, poco a poco se va ganando el corazón de la afición cadista. Sobre el campo primero, donde Javi Gracia confía en él buena parte de la temporada, y también fuera de él, donde se muestra como un tipo afable y simpático. Muchas tendrán para siempre en el recuerdo su frase de celebración, tras el ascenso en Irún: "sí, tenemos un problema, no sabemos si pintar el autobús de amarillo o de azul", en clara alusión a las declaraciones que hizo el entrenador irundarra, Iñaki Alonso, nada más conocerse que Cádiz y Real Unión habían quedado emparejados.

Sin embargo, todo lo bueno de esa temporada se tornó en malo para él en la categoría de plata. El que había sido su valedor, Gracia, dejó de contar con él para darle su puesto a Álvaro Silva, y tuvo que esperar la friolera de quince jornadas para debutar en categoría profesional.

Con la llegada de Espárrago parecía que había conseguido convencer al míster, pero lo cierto es que al alcarreño se le vio superado en algunos momentos de los partidos que jugaba. En la jornada 27, en Carranza frente el Albacete, jugaría el que fue su último partido con la camiseta amarilla. De ahí al final de liga, ni una sola participación más.

Concluida esta campaña, quedaba libre. Ni jugador ni club hicieron por renovar el compromiso entre ambas partes, y Mansilla encontró acomodo en la AD Ceuta, gracias en parte a la labor de Julio Peguero, director directivo caballa y que fue el que lo trajo a Carranza.