Mediocentro clásico, con llegada a puerta, visión de juego y excelente técnica.

Criado en los escalafones inferiores del club, gaditano y cadista desde que tiene uso de razón, fue uno de los canteranos (junto a otros como Velázquez o Sambruno) que, gracias a la grave crisis del club en el verano de 2000, encontraron un hueco que antes les parecía negado.

Tras dos campañas jugando a un excelente nivel, explota definitivamente en la temporada 2002-2003, en la que Jose González lo alinea en casi todos los partidos (sólo se perdió dos choques en todo el año, incluyendo la liguilla). Sergio Iglesias era el cerebro del equipo, el engranaje por el que pasaban todos los balones, el compás que marcaba la posición del resto de compañeros. Todo el juego de ataque se articulaba en él.

Ese ascenso le dio la oportunidad de jugar en Segunda División, aunque lo haría una única liga. Al año después, salió del Cádiz (no convenció a Víctor Espárrago) y comenzó su periplo por varios equipos (Melilla, Lucena, Figueres, Estepona o Badajoz) destacando sobre todos ellos el Sabadell, en el que jugó en dos etapas diferentes, y que es su segunda casa, donde es muy admirado y querido.