Por desgracia, el polaco Kosowski no fue la excepción a la regla que dice que jugador extranjero que llega en el mercado de invierno termina resultando una decepción.

Sin duda, el idioma fue una gran barrera, que le impidió integrarse. Y tampoco ayudó la creciente inestabilidad del club, que poco a poco se iba hundiendo en las arenas movedizas del descenso. Hasta tres entrenadores tuvo en su corta estancia en Carranza.

Venía con el aval de haber jugado en las ligas inglesa (en segunda) e italiana, y el haber sido internacional con Polonia. Se hablaba incluso de su posible participación en la Eurocopa ese verano (su rendimiento en Cádiz le costó que Leo Benhaker no considerara su concurso en dicho campeonato).

Lento para ser jugador de banda, se le atribuía un excelente golpeo de balón. No en vano, se le apodaba "el Beckham de Polonia". En su partido de debut, sus compañeros le cedieron el control en la primera falta peligrosa que se produjo con él en el campo. El saque, como los siguientes córners que lanzó, apenas se levantaron del suelo, una señal premonitoria de lo pobre que sería su aportación en una temporada que para entonces, parecía ya tener su destino sellado.