Otro jugador más que pasó a la negra historia del Cádiz al forma parte del equipo que descendió al club a Segunda B en 2008.

Pocos jugadores podían tener un estilo más definido que Dani. Y su juego no permitía posturas intermedias: era detestado o admirado. Tenía una habilidad innata para sacar de quicio a los defensas, a los que sacaba infinidad de faltas. Tenía fama, a veces merecida, de piscinero y protestón, y es que Dani abusaba mucho de recular contra el cuerpo del defensa, hasta dejarse caer al más mínimo contacto, para desesperación del contrario, que se volvía loco cuando veía que el colegiado le daba la razón a su adversario.

Sin embargo, Dani era más que eso. Tenía una gran velocidad, y era un verdadero ratón de área. Un jugador escurrizido que salía de la nada para hacer un gol que nadie esperaba.

Tras una dilatada carrera en el Betis, llegó al Cádiz como refuerzo de lujo. Quizás, y visto con un poco de perspectiva, pagó los platos rotos de otros compañeros. Aunque bien es verdad que apenas tuvo competencia en el puesto (Gastón Casas hizo un papel que es mejor no considerar, y Natalio llegó en el mercado de invierno), nadie pudo echarle en cara no implicarse y sudar la camiseta, y no en vano, fue el pichichi del equipo cno diez tantos (su mejor registro en toda su carrera). Pero nunca terminó de caer bien a la grada, que lo vio como una imposición llegada desde Sevilla.

Fue internacional sub21 en 2 ocasiones