Un futbolista de muchísima clase, un fichaje que cuando llegó posiblemente estaba por encima de lo que el Cádiz podía permitirse, largamente deseado por la directiva y la afición cadista y que fue importantísimo en su primer año vistiendo de amarillo, cargándose de una permanencia casi él solo, pero que lamentablemente empezó luego a dejarse ir hasta el punto de salir totalmente por la puerta de atrás, dejando un sabor muy amargo cuando debería haber sido completamente distinto.
Como decimos, cuando llegó, fue uno de los fichajes más acertados ya no de esta temporada (que por supuesto) sino de los últimos años en el Cádiz CF. Debuta apenas lleva unas horas en Cádiz, y lo hace con victoria (casualidad o no). Una semana después, en el horrendo partido en San Mamés, el argentino estuvo mucho mejor que sus compañeros (gol del honor incluido). Se veía que había futbolista de muchos quilates ahí.
Por si alguien tenía dudas, una semana después es titular frente al Girona y vuelve a marcar para abrir el marcador en la victoria frente a los catalanes. Cuando se ficha calidad es lo que pasa, que se impone.
Más allá de la anécdota de los goles (consecuencia de su inteligencia para llegar desde segunda línea), es que no había partido en el que no fuera decisivo, dando un equilibrio a la medular que explicaba porque, pareciera que de repente, el equipo llegaba mejor arriba y sufría un poquito menos abajo.
Las alarmas saltan cuando tras el partido en Almería (en el que tuvo que ser sustituido a la hora de encuentro) el argentino cae lesionado. Y va a ser para varias semanas. Bajonazo para el equipo, que se estaba beneficiando y de que manera de su rendimiento.
Será de nuevo casualidad, pero sin él apenas se suman puntos, y en cuanto vuelve, en casa contra el Valencia, se vuelve a conseguir una victoria crítica, y qué cosas, iniciada con un gol suyo. Otra vez vez llegando desde atrás adelantándose a cuatro rivales. Su concurso es fundamental. La foto del argentino aporreando un bombo en el Fondo Sur que los propios jugadores han comprado, es una de las imágenes de la temporada.
Por si aún no hubiéramos aportado pruebas suficientes de su participación capital, en el decisivo partido en casa ante el Celta, hace una jugada de ensueño en apenas dos metros, para servirle a Sobrino el gol en bandeja que casi certificaba la permanencia. Hay que ponerse el vídeo varias veces y paladear la calidad que demuestra el argentino.
La noticia de su renovación al mes de confirmarse la salvación en Elche fue la mejor forma de empezar la siguiente temporada.
Para la campaña 2023-24,i gual que en la temporada anterior era imposible explicar la permanencia sin su concurso, esta segunda campaña es imposible explicar el descenso sin hablar de su pobrísimo rendimiento. El equipo se tiró todo el año esperando que apareciera, pero nunca lo hizo.
Ya en la primera jornada, de forma profética, nos avisó con no solo un partido impropio de él, sino con una expulsión que habría de dejar a su equipo con uno menos demasiado tiempo.
Las semanas van pasando, y ni siquiera en los días buenos (Villarreal o Betis) reconocemos a uno de los mejores jugadores de los equipos de la zona baja de la tabla. Trabaja en la medular, pero sus llegadas al área ahora se cuentan por unidades, lo que demuestra que su estado físico no tiene nada que ver con el de la pasada campaña.
La cosa llega a tal punto que Sergio no tiene más remedio que empezar a darle banquillazo. Quien lo hubiera pensado. Kouamé empieza a carburar y muestra mucho más nivel que el argentino.
Sin embargo, con la llegada de Pellegrino tiene una nueva oportunidad, y su compatriota le otorga la titularidad en las cuatro primeras jornadas en que dirige al equipo. Pero la situación de Escalante es insostenible, y de nuevo, desaparece de las alineaciones, pasándose varias jornadas en blanco.
Solo la lesión definitiva de Kouamé en el tramo final de temporada, y el cambio radical de esquema y hombres que hizo Pellegrino para las cinco últimas jornadas, para las que Escalante volvió a contar desde inicio, le salvaron de pasarse el último tercio de liga en el ostracismo, pero en ninguno de esos partidos vimos ni por asomo al jugador que nos enamoró el año anterior.
El jugador, a pesar de su caché, se queda en Segunda. Se supone que ha de despertar y ser uno de los faros que habrían de reconducirnos de vuelta a Primera. Pero como toda la plantilla, estuvo horrible y continuó su caída, iniciada la temporada anterior.
Todavía en la primera vuelta, Paco López le tuvo fe y le dio la titularidad en la mayoría de los partidos. Pero la verdad es que no se lo merecía y cuando llega Garitano, éste descubre a Diakité y entre todos (el jugador, la competencia y el entrenador) ella solita se murió. El sudamericano se convirtió en una pieza totalmente residual, quedando para minutos de la basura en partidos aquí y allá.
La directiva dijo hasta aquí y al finalizar la campaña lo declaró transferible. Hubo de esperar al penúltimo día de mercado pero se terminó llegando a un acuerdo de rescisión, cerrando un capítulo que debió ser muy diferente.
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