La broma pesada de la temporada 2021-22, si no fuera porque no tenía ni puñetera gracia que el jugador que más cobraba de la plantilla (por mucho que su club de origen soportara parte de su sueldo, el Cádiz seguía pagándole una burrada insultante) que se fue con el pobre bagaje de un solo gol, en Copa.

Cervera le fue echando capotes mientras pudo, pero es que su rendimiento daba verdadera pena. Para colmo de males, el día que el técnico le premia con mucho más de lo que merecía, en Vallecas, saliendo de titular, no solo su rendimiento deportivo fue lamentable, pero es que luego fue uno de los integrantes de la salida nocturna por Madrid esa noche. Como si el rumano se pudiera permitir algún lujo con lo que estaba ofreciendo en el césped.

Cervera no quiso enterrarlo deportivamente y le dio otra oportunidad, pero el delantero salía siempre en la peor de las fotos. Estaba en el campo cuando la remontada del Osasuna, y estaba también cuando la del Villarreal. Casualidad o no, pero su fichaje ya se podía etiquetar de fracaso absoluto, cuando hablamos del futbolista que más cobraba de la plantilla. Por no jugar, no jugó ni en la ronda previa de Copa frente al modesto Villa de Fortuna. El Cádiz intentó librarse de él en el mercado invernal, pero no hubo manera, y se lo tuvo que comer (y con él, su ficha) hasta el final del campeonato.

Cervera, en su desesperación (y dado que ya había que apechugar con él hasta junio), le dio minutos en El Sadar, que habría de ser, a la postre, su último partido en el banquillo cadista. Pero por supuesto, ni por esas. Que tirara de este futbolista acabado no deja de ser un cruel epitafio, y una confirmación del rumbo totalmente perdido que tenía el equipo.

Sergio González no tuvo ni un momento de duda con el rumano. Solo lo utilizó en dos partidos de Copa, pero no le dio ni un solo minuto en liga. Se tiró toda la segunda vuelta en blanco. Lo dicho, un absoluto despropósito.