Jugador que despertaba tantas filias como fobias. Con una técnica, vamos a llamar, peculiar, estaba siempre en la pelea y casi todos los años terminaba marcando goles, algunos maravillosos, otros simplemente inverosimiles. Lo que estaba claro es que no pasaba inadvertido.
Llegó a La Tacita de Plata cuando el mes de enero llegaba a su fin, cedido por un Valencia en el que no tenía minutos y solicitado abiertamente por Álvaro Cervera para rearmar al Cádiz CF de cara a la segunda ronda de la competición. Y la apuesta no pudo ser mejor.
El 21 del Cádiz CF recuperó en Cádiz la sonrisa y se sintió valorado. Y eso que los inicios fueron difíciles después de sufrir goleadas en sus primeros partidos como cadistas ante Real Sociedad (4-1) y Athletic (0-4). Hasta que llegó su debut como titular en el Camp Nou, el penalti que le hizo Lenglet en el alargue para que Álex firmara un empate histórico (1-1). Desde entonces se convirtió en titular indiscutible e intocable para Cervera. Se lo había ganado. Las lesiones del Choco Lozano le terminaron de allanar el camino para erigirse en el acompañante arriba de Negredo.
En definitiva, un periodo más que fructífero en el que Sobrino demostró versatilidad al jugar en diferentes zonas del ataque (fue delantero y también extremo), sacrificio, pundonor, velocidad y desborde. Además entendió desde el minuto uno que la lucha jamás se negocia.
Y así, se terminaría quedando en Cádiz para la temporada 2021-22, ya de pleno derecho. Llega ya en septiembre, cuando ya casi nadie contaba con él. Las típicas buenas palabras de deseos de continuidad (por parte de jugador y club) acabada la cesión desde el Valencia, por una vez, sí se concretaron, y el jugador ficha, ya en propiedad (firmaba para tres años) por el Cádiz CF.
Ojito derecho de Cervera, en cuanto llegó, empezó a jugar, ya contra Osasuna y titular contra la Real Sociedad, y contra el Celta, contribuyendo a, por fin, la primera victoria. Como si no hubiera salido del vestuario en verano.
Cervera confía siempre en él, y derrocha siempre pundonor, esfuerzo y ganas. Le falta precisión y gol. Si tuviera esas cualidades, sería un primera fila. Tiene toda la confianza del técnico, que seguramente se quedaría especialmente decepcionado con él cuando lo vio en el vídeo de la vergüenza de la salida nocturna por Madrid esa noche. A pesar de aquel lamentable incidente, Cervera le tenía tanta fe que lo recuperó enseguida que pasó la jornada de castigo, directamente como titular otra vez.
Y las jornadas pasaban y Sobrino seguía siendo titular y contando con muchísimos minutos, pero eso no se traducía en goles. A la vista de cualquiera, el manchego no es precisamente un adalid de técnica y calidad (como por ejemplo nos mostró en casa frente al Mallorca), pero el técnico sigue contando religiosamente con él, para dudas y preguntas de muchos. Había días que simple y llanamente desesperaba a todos (como en el campo del Elche) y no tardaron en escucharse pitos contra él en casa, pitos que él mismo entendía, ante su incapacidad para marcar.
Con la llegada de Sergio, le toca pasar a un papel más de suplente, pero ni el cambio de técnico (marchándose su gran valedor) ni la llegada de, por fin, competencia seria por el puesto arriba (como era Lucas Pérez) le condenaron al ostracismo, como sí pasó a otros compañeros. Le tocó más salir como revulsivo en las segundas partes, pero seguía teniendo su cuota de importancia en el juego, aunque ya no fuera desde el pitido inicial. Y le terminaría llegando su premio.
Hasta que entramos en la recta final por la permanencia, donde habría por fin de aportar no solo su físico y sus ganas, sino también sus goles. Como muchos de sus compañeros, jugó de inicio el duelo en el Camp Nou, dada su condición de suplente para Sergio. Y como muchos aquella noche, se vació y salió en la foto (bonita) de la victoria histórica frente al conjunto de Xavi. El de forma muy particular, pues fue quien remató hasta dos veces a Ter Stegen antes de que el balón le cayera a Lucas Pérez, que fue el que terminó remachando a la red. Y tuvo una ocasión fantástica para hacer el 0-2. Lo que vio aquel día Sergio le valió para seguir el camino de su predecesor, y contar más con el manchego.
Tanto es así que ya en la siguiente jornada, tres días después, marca por fin, frente al Athletic, aunque no sirviera para culminar una posible remontada, que tuvo en su cabeza en la última jugada del partido. Luego marca en la victoria clave contra el Elche (en un gol de fe y lucha, en el que salió a presionar al portero casi desde el centro del campo).
Para la campaña 2022-23, Otro año más, el castellano-manchego, estando muy lejos de ser ni el primer ni el segundo mejor jugador técnicamente, se convirtió, poco a poco, derrochando trabajo y entrega, en una pieza clave para su entrenador. Jugó nada menos que 33 partidos, y la segunda vuelta la hizo prácticamente entera de titular (beneficiado eso sí, por la desafortunada lesión de Ocampo). Fiabilidad en estado puro para su entrenador, que sabe lo que puede esperar de él, sobre todo en lo que a presión y robo se refiere. Acaba todos los partidos fundido, y encima, mete algún que otro gol (que son siempre de capital importancia).
Como por ejemplo, el que consigue en el minuto 98 frente al Atlético y que, además del carácter épico (los cadistas marcaron un 2-0 en el minuto 80 y se vieron diez después con el duelo empatado), era de vital importancia para empezar a salir del descenso. Su trabajo hasta ese día es tan invisible como necesario, pero en aquella jornada tuvo el momento de gloria (remate poco ortodoxo por ser amables, mediante) que merecía.
Continúa por esa tónica en los siguientes partidos, y tras el Mundial, continúa jugando sin que el parón le afectara. Se doctora en Valencia en el primer partido de 2023, en un partido y una jugada que definen a la perfección a Sobrino: cabalgada infinita por la banda derecha (sí, derecha), y asistencia a Alcaraz para que haga el definitivo y vital 0-1. Eso es lo que se ve, porque luego está toda la lucha en el juego sucio el resto de los 89 minutos.
Con la irrupción de Ocampo le tocó sin embargo asumir un rol más modesto, algo que nunca es problema para él. Pero con la desgracia del uruguayo, Sobrino volvió a ser protagonista, y lo sería ya de forma ininterrumpida hasta el final de liga. No en vano, desde el partido en casa contra el Rayo (primero que se perdió el sudamericano) hasta la última jornada en Elche, jugó todos los partidos de titular, salvo el partido tirado a la basura de las rotaciones en el Metropolitano. TODOS. Más de la mitad, completos.
En la campaña 2023-24, Sobrino volvió a ser Sobrino una temporada más. Sin engañar a nadie, con serias dificultades para terminar ninguna acción técnica de forma limpia, se impuso a todos sus competidores por el puesto (infinitamente mejor dotados que él en esa faceta) a base de pelea, brega y sacrificio. Por desgracia, a diferencia de temporadas anteriores, no aportó, aunque poco ortodoxos, los goles que otras veces sí encontró.
Se le vio desde el principio del campeonato que tampoco iba a ser su año (como pasaría con el resto de sus compañeros). Sergio González le daba oportunidades, bien fuera de titular o desde el banquillo, pero no había manera. Más allá de su pelea y de su vergüenza torera, no se le ve nada.
Van pasando semanas y el de Daimiel, por más que lo intenta, es incapaz de aportar nada y tener un día destacado. Sus actuaciones estuvieron muy por debajo de lo que se le venía viendo en Cádiz años anteriores, terminando de coronarse en el infausto partido en Granada tras las vacaciones navideñas, personalizando él el naufragio completo de su equipo tras ser expulsado por una acción absurda.
Sorprendentemente, fue uno de los pocos que mejoró su rendimiento en la segunda vuelta, y a uno de los pocos que le sentó muy bien el cambio de entrenador. Pellegrino contó con él como titular en su primer partido frente al Athletic, cumplida su sanción, y el manchego respondió con su primer buen partido de la temporada. A partir de ahí, jugador imprescindible e indiscutible para el entrenador argentino en su intento por salvar al equipo, aunque como sabemos, no lo lograría.
Con el equipo en Segunda, Sobrino sigue de amarillo, totalmente integrado en el club y la ciudad. Disputó nada menos que 41 partidos (aunque solo 25 fueron de titular) entre liga y copa. Paco López empezó contando con él en las cinco primeras jornadas, pero luego pasó a convertirse en un futbolista de últimos minutos para el técnico valenciano. Sin embargo esperó su oportunidad y con Garitano se convierte en casi imprescindible.
El castellano-manchego responde además a la confianza con buenas actuaciones, y con algunos goles, contribuyendo a la excelente racha de resultados y remontada en la tabla que protagonizó el técnico vasco. Sus tantos (como casi siempre, de oportunista y por creer más que nadie) frente a Eldense o Mirandés, por citar algunos, contribuyeron a esa salida del pozo.
Para la rutina nos regaló una jugada fantástica en el duelo frente al Elche en casa, en la que asistió de tacón a Chris Ramos para zafarse de dos defensas, pero por desgracia el delantero gaditano estrelló el balón en la madera. Hubiera sido la asistencia de la temporada.
Con esta tarjeta de partidos y goles, parecía casi segura su continuidad un año más vistiendo de amarillo, pero el club dejó claro casi desde el principio que había que empezar a renovar la plantilla en profundidad, dejando salir a los que más tiempo llevaban, y su nombre enseguida apareció en la lista de transferibles. Hubo de esperar casi a último día de mercado, pero finalmente la entidad rescindiría su contrato, dando por terminada su etapa como cadista, que se extendió durante cinco temporadas.
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CREACIÓN FICHA: 31/01/2021
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