Prácticamente desapercibido fue el papel de Pedro Alcalá en el Cádiz CF. El espigado central murciano recaló en La Tacita de Plata con el curso ya comenzado, cuando el mercado de fichajes de verano llegaba a su fin y tras haber disputado algunos encuentros en Segunda con el Girona, su anterior club y con el que había jugado en la máxima categoría. Lo hacía junto al cedido Jairo, quien regresaba desde Montilivi.

A Alcalá se le presentaba una oportunidad de oro para volver a jugar en Primera. Por ello se rescindió el contrato con el Girona después de cinco años. A Cádiz llegaba para dos temporadas con opción a una tercera. Eso sí, sabía y era consciente que Cala y Fali eran indiscutibles en el centro de la zaga. Y tras ellos se encontraba el siempre cumplidor Marcos Mauro. Por tanto, Alcalá llegó como cuarto central y ahí se quedó.

Con algunos minutos durante el primer tramo de la temporada (frente al Barça llegó a jugar y marcó un gol en propia puerta), su participación fue bajando notablemente. Tanto que el carrusel de encuentros y goleadas encajadas ante Sevilla FC (aún se recuerda el salto que le gana En-Nesyri pese a los 196 centímetros de estatura del central), Real Sociedad y Athletic terminaron por marcar al murciano.

Alcalá ya no volvió a aparecer hasta la recta final del curso, cuando el Cádiz CF no se jugaba nada, para estar presente en las citas ante Osasuna, Elche y Levante. Y tampoco salió bien parado en tres citas en las que el equipo de Álvaro Cervera encajó un buen número de goles.

La llegada de Haroyan le cierra definitivamente las puertas en el Ramón de Carranza de un central que llegó como refuerzo a la desesperada, y que se va dejando muchas sombras que luces.

Texto: La Voz