Jugador sin ninguna historia en el Cádiz, que en ningún momento tuvo suerte en Carranza. Entre lesiones, compañeros en mejor forma que él...nunca tuvo realmente ninguna oportunidad. Llegó para disputarle el puesto al Pacha Espino (que no podía estar en mejor forma), y lo que se encontró fue un muro de imposibles.

Sin embargo, hubo una puertecita que se le abrió a Quezada coincidiendo con la jornada en la que el campeonato arrancaba de nuevo para jugarse las últimas once jornadas de Liga en plena pandemia y con los estadios cerrados. En aquella primera jornada que se jugó sin público, Quezada fue la gran sorpresa en el once amarillo al salir como titular ante el Rayo Vallecano en Carranza.

No quiso la suerte visitar aquel día al jugador madrileño, que al poco de comenzar el partido se lesionaba con un pronóstico gravísimo: triada. Adiós a la temporada y pocas posibilidades de estar en la siguiente temporada formando parte de una plantilla que jugaría en Primera. Y así fue.

Luismi Quezada entrenó con dedicación durante la primera vuelta del retorno a Primera. Llegó enero y con ese mes la esperanza de poder incorporarse al equipo. De hecho, los continuos guiños de Cervera en las ruedas de prensa hacían presagiar que el lateral podría ser uno de los altas en el mercado invernal. Pero lo que sucedió fue todo lo contrario. Y es que de buenas a primeras el técnico dejó de nombrarlo en la lista de lesionados para directamente mandarlo al ostracismo. No era para menos, el equipo había arreglado con él su salida y sus rescisión definitiva de contrato.

Por deferencia, el jugador se quedó entrenando en El Rosal, pero ya como agente libre, esperando tener otra oportunidad en otro equipo.

(Texto basado en artículo de La Voz)