Esta vez no salió bien. El presidente Vizcaino es de apostar por jugadores veteranos que ya no están en el radar de los aficionados, y lo que por ejemplo le salió bien con Güiza, no siempre es una receta de éxito. Fue el caso de Jurado, que dejó muchísimas más sombras que luces.

Con una calidad técnica fuera de duda, lo que si generaba preguntas era su estado físico, como a cualquier jugador de su edad. Su debut liguero se hizo esperar, y de las preguntas se pasó a la desconfianza. El fantástico inicio liguero de sus compañeros le ponía difícil entrar en el equipo, pero es que tampoco era algo que se pudiera plantear. Su lesión se alargaba sine die y no había respuestas. Para colmo, unas fotos de él en alguna romería molestó mucho a un sector de la afición, que no veía en el mediapunta la implicación necesaria.

En octubre parecía que por fin podríamos al menos empezar a ver al sanluqueño y vislumbrar que podía dar, pero no había manera. Debuta por fin en Albacete, y casualidades de la vida, lo hace en el partido en el que los amarillos ven terminada su espectacular racha de victorias, cayendo en el Carlos Belmonte en el descuento. Poco pudo mostrar el mediapunta, aunque al menos por fin pudimos verlo sobre el césped. Todo muy bonito, pero su técnico le avisaba ya de que si no curraba y luchaba como los demás, poco iba a tener que hacer.

A partir de ahí, fue teniendo apariciones aquí y allá, de 10 a 20 minutos (Vallecas), pero siempre con mucha precaución. Pues ni por esas, a las primeras de cambio se lesionaba de nuevo, para desesperación de la hinchada, que esta vez veía que le habían vendido gato por liebre.

Regresó tras recuperarse, pero seguía sin ofrecer absolutamente nada destacable. Y no paraba de lesionarse, situación que terminó por desesperar a Cervera. Cuando por fin vuelve en febrero otra vez, se queda muy lejos de aportar al equipo lo que tanto se espera de él, y en un año gafado para él, cuando parece que empieza a coger ritmo de minutos, sobreviene el parón liguero.

No le vino mal al sanluqueño, pues fue a partir del parón liguero cuando pudo enlazar más actuaciones, y tuvo su mejor momento en una temporada decepcionante. Sin marcar ningún gol, sumó cuatro titularidades consecutivas, con su mejor actuación en Huesca (donde por fin lideró al equipo y mostró la calidad técnica que tiene, incluyendo un lanzamiento de falta al larguero), algo es algo.

Pero ahí quedó todo. Con el ascenso se quedó sin sitio, y lo que empezó bien, no acabó tanto. Vizcaíno, su valedor, acabó decepcionado con el jugador, por no facilitar su salida, hasta que el mandamás declaró que tenía los días contados. Y así fue. Los aficionados no quedaron contentos precisamente cuando se conocieron las condiciones de su rescisión.

Y finalmente Cervera, que como hemos dicho, se hartó de defenderlo, terminaba admitiendo, ya con el jugador fuera, que no se había entendido con él.

Una historia que desde el principio olía mal y que acabó de la misma forma que empezó.