Estuvo en la posición más difícil de todo el año, en la que nadie terminó de encontrar su sitio, tampoco él. Beneficiado por la cruz que Cervera le puso a Brian Oliván, jugó seguramente mucho más de lo que su fútbol merecía.

Pero sus actuaciones, semana tras semana, dejaban bastantes dudas. El Cádiz entraba en barrena en septiembre y octubre, y el jugador procedente del Sevilla Atlético era de los más expuestos, alimentando el debate de porque Oliván no jugaba. Demasiados goles llegaban por su banda.

Y en estas, de repente emerge la figura de su rival por el puesto, que entierra totalmente a Matos. Entre octubre y febrero solo jugó los dos partidos de Copa frente al Español. Ni un solo minuto más, quedándose incluso fuera de las convocatorias. Difícil de explicar cuando había jugado las nueve primeras jornadas de liga íntegras.

Y tan inexplicable fue eso, como lo fue su vuelta a los terrenos de juego. En teoría lastrado por una lesión, Oliván desapareció tal y como había llegado, y en su lugar se plantó Matos, que no desaprovechó la ocasión para hacerse con la titularidad. Por desgracia, no aportó lo que se esperaba, dejando algunas actuaciones muy pobres como contra Málaga o Deportivo.

Abandona el club tras esa única temporada vestido de amarillo, en forma de cesión al Twente holandés donde la mala suerte se ceba con él, sufriendo la temida lesión de la rotura del ligamento cruzado, lo que hizo que perdiera un año entero.

Tras una campaña con el Málaga y luego otras tres con el Burgos CF, todas ellas mostrando un nivel muy regular y fiable, vuelve a fichar por el equipo cadista para la campaña 2024-25, tras producirse el descenso a la categoría de plata de los amarillos.