Central corpulento, fuerte, que va bien por alto, un clásico en la posición.

Se cria en la cantera del FC Barcelona, llegando a militar en el tercer equipo blaugrana en Tercera División. De ahí tendría una pequeña etapa en Mareo, la cantera del Sporting, militando dos años en su equipo filial (en Segunda B), con un debut intrascendente con el primer equipo (cinco minutos en un partido de Copa del Rey).

A partir de ahí regresa a su Cataluña natal para empezar un periplo por diversos equipos de la categoría de bronce. Mataró, Figueres, Terrassa (de donde es natural) hasta que en el verano de 2007 ficha por el Girona, hecho que marcará el devenir de su carrera profesional.

En su primer año en Montilivi consigue el histórico ascenso de los rojiblancos a la categoría de plata, donde aún continúan. Migue fue determinante en este ascenso. No sólo disputó muchos de los partidos de aquella campaña (sólo las lesiones lo aparataron de los terrenos de juego), sino que además marcó el gol que certificaba dicho ascenso, y que hacía su cuarto tanto en esa liga, una cifra espectacular para un central que se había perdido además tres meses de competición.

Comenzaría así un idilio que habría de durar nada menos que siete temporadas. De jugar en Segunda B, a rozar con los dedos el ascenso a Primera que tuvieron los gerundeses en 2013 (en el que se quedaron a las puertas, en la última ronda de playoff, frente al Almería). Jugador indiscutible en las siete temporadas, con algo menos de tracción en la última, pero siempre un estandarte del equipo rojiblanco. Y eso que en el verano de 2009 estuvo a punto de salir de la disciplina del Girona, pero finalmente su técnico, Cristóbal, impuso que se quedara, y visto lo visto en años sucesivos, fue todo un acierto.

Finalmente, para el ejercicio 2014-15, Migue ficha por el Alavés, con el que habría de completar un campeonato aseado, sin más. Tras esta temporada, y tras disputar las típicas sesiones AFE para jugadores en paro, maneja varias ofertas para regresar a Segunda B (rechazando por ejemplo al Racing de Ferrol), para terminar aceptando la del Huracán de Valencia. Poco se podía imaginar entonces de lo que habría que sufrir después, con los impagos y posterior disolución del cuadro levantino.

Así las cosas, en enero de 2016, queda liberado y el Cádiz aprovecha así para anunciar su fichaje, que por supuesto, fue a coste cero.

Migue no fue un 10 en nada pero fue un 7 en todo. Veterano (35 años), experto, seguro, contundente, siempre bien colocado, no se complica. Apareció en enero y fue indiscutible para ambos técnicos, dotando a la zaga de la estabilidad que necesitaba.

Marcó el día de su debut para dar un importante triunfo a los suyos en Cartagena, y a partir de entonces, fue raro ya que se perdiera algún partido, excepción hecha de aquella minipretemporada que hizo Cervera, en la que seguro, lo estaba reservando y evitándole tarjetas.

Junto con Aridane, habría de formar la pareja de centrales sobre la que se habría de sustentar la mejoría defensiva del equipo, especialmente en el playoff (ambos jugaron todos los minutos del mismo). Ni que decir tiene que un jugador que disputa todos los minutos de un playoff que acaba en ascenso, tuvo un papel vital para ese éxito.

Sin embargo, de nuevo en Segunda, el central catalán tuvo escaso protagonismo. A sus 37 años, Migue González sólo disputó siete partidos esta última temporada en el club con la elástica del Cádiz CF. Imposible evaluar por tanto. 

Y eso que empezó la liga titular en Almería, pero como pasó con otros jugadores, era solo un espejismo por la falta de ritmo aún de los nuevos y los últimos retoques en la plantilla. Para colmo de males, el catalán se lesionó en esa jornada inaugural para tres semanas, el tiempo justo que necesitó Servando para colarse en el eje de la zaga hasta la irrupción de Sankaré, que desplazaría a su vez al isleño.

Desde febrero estuvo totalmente inédito, a excepción hecha del último duelo liguero en Valladolid que, con el playoff asegurado, Cervera decidió dar descanso a sus titulares.

Llegó sin hacer ruido y se fue sin hacer ruido. Apoyó todo el año a sus compañeros a pesar de su rol de secundario y no enturbió en absoluto el excelente rendimiento que éstos dieron sobre el campo. Un caballero.