Criado en la cantera del Málaga, en la que permaneció muchos años, pasó posteriormente por Castellón, Salamanca y Elche, todos ellos en Segunda División.

La temporada 12-13 la comienza en blanco, sin equipo. En enero de 2013 se marcha a Azerbayán para hacer una prueba con el FC Baku, pero finalmente no cristaliza la operación. A los pocos días sería fichado por el Nástic de Tarragona.

Llega al Cádiz siendo una petición personal expresa de Raúl Agné. Pronto se empieza a entender porqué. Jugador zurdo de clase exquisita, uno de esos pocos futbolistas, especialmente en Segunda B, capaces de hacer cosas distintas, de romper defensas con quiebros o pases fuera del alcance de la mayoría de jugadores de esta categoría. Valga como muestra el golazo que le marcó al San Fernando en el partido de vuelta en Carranza. Antológico.

Pero también, como tantos otros futbolistas con ese toque especial, llega acompañado de una irregularidad que le impide rendir de forma constante. La prueba es que sólo disputó tres partidos completos en toda la campaña. Para colmo, sufrió una lesión que empezó como una sobrecarga, y que luego se fue enconando, hasta tenerlo tres meses en el dique seco. Volvió justo para el playoff, pero por desgracia, como ya sabemos, ya fue tarde, y no pudo aportar en el mismo la inmensa calidad que guardaba en su bota izquierda.

Quizás por el mal sabor de boca de la derrota en Hospitalet, porque estuviera desaparecido desde febrero...fueran por los motivos que fueran, el malagueño (uno de los mejor pagados de la plantilla) no fue tenido en cuenta por la directiva para el nuevo proyecto, por lo que salió de Carranza tras una única campaña de amarillo, con dirección a Grecia.