Jugador de velocidad y de técnica, tiene un excelente golpeo del balón. Pero sí se puede definir el juego de Kike Márquez, es genio, duende, esa magia especial que sólo determinados futbolistas pueden mostrar. Y como jugador genial que era, tenía también sus peculiaridades, y requería un tratamiento especial.

Llega al Cádiz en el verano de 2013, tras pasar por varios filiales de entidad (Almería, Villarreal, Recreativo, Betis, ...), pero sin llegar a calar en ninguno. Así que harto de ir dando saltos, un año antes de llegar a Carranza, se enrola en el Sanluqueño, el equipo de su ciudad natal, en Segunda B, donde empieza a destapar el tarro de las esencias. Sus diez goles de verdiblanco llaman la atención de los técnicos cadistas, que lo fichan en el citado año.

En su primer año se mostró algo irregular en sus apariciones. Con Agné tiene un papel destacado, acumulando mucha presencia en el once inicial. Con Calderón sin embargo, le toca un papel más secundario, saliendo casi siempre en las segundas partes, alterna partidos donde apenas aparece, con otros donde es la revolución que necesitan los suyos, el vendaval que el contrario no puede parar. Sorprendententemente, sin embargo, el técnico amarillo no le da un solo minuto en el doble duelo contra el Hospitalet. 

La directiva le ofrece la renovación que firma sin pensárselo, y acomete una segunda temporada donde, a priori, le toca seguir el mismo rol, a la sombra de pesados muy pesados como Jona, Airam o Villar. Su papel fue decisivo para pasar la eliminatoria frente a la Balona que nos permitió enfrentarnos a un equipo de competición europea (el Villarreal).
Encadena así una de sus mejores rachas, con otro partido notable en la Ciudad Deportiva del Sevilla, donde es la figura del encuentro, sirviendo los dos primeros tantos.

Esto le serviría para adueñarse definitivamente de la banda izquierda, desplazando a Migue García, algo que seguramente no entraba en los planes de mucha gente. El sanluqueño no desaprovecha la ocasión, y devuelve la confianza (tanto de Calderón como de Claudio) en forma de goles y asistencias, mostrando gran clase, haciendo esas cosas distintas que sólo hacen los jugadores especiales. Valga de ejemplo el golazo de falta directa ante el Melilla de esa temporada.

Llega al playoff pletórico. No se imaginaba, seguro, como ese playoff habría de marcar a todos los jugadores, pero muy especialmente a él. Titular todos los partidos...no brilla, su magia no sale. Cierto que fue el tuerto en el país de los ciegos. Pero igualmente, se bloquea, como todo el equipo, en casa contra el Oviedo; apenas se muestra, como todo el equipo, en el doble duelo ante el Hércules, y llega el partido de San Mamés. Seguramente, su tumba en el Cádiz. A los 22 minutos, los amarillos pierden 2-0. Sólo siete minutos después, cuando aún no se ha jugado media hora, Claudio lo fulmina, lo ofrece como sacrificio a la afición, y lo sustituye. "No me gustaba lo que estaba viendo de él" sentencia el técnico, que deja al jugador noqueado, llorando como un niño en el viaje de vuelta.

No habrían de irle las cosas mucho mejor una semana después en el último partido, ahora en casa frente a los vascos. Por primera vez en el playoff no es titular, pero ante el atasco amarillo, sale en la segunda parte. En balde, el segundo gol no llegaría. Con el pitido final, salta la rabia y la frustración, y se mete en un feo episodio, encarándose con un aficionado. El que era uno de los preferidos por la afición hasta entonces, empieza a ser visto de otra manera por la grada. Hartos de estar hartos, le pitan a todos, todavía dolidos por el esperpento de Bilbao, y el sanluqueño se lleva un porcentaje importante de esos pitos.

Toca hacer borrón y cuenta nueva. El club, sabedor de su calidad, le renueva, ahora por dos años. Le toca dar un paso al frente. Tras la pléyade de las figuras, Márquez es una de las grandes esperanzas del equipo. Empieza realmente fuerte, titular indiscutible, marcando goles, haciendo pases brillantes...pero le dura poco. De forma inexorable, el sanluqueño va perdiendo presencia en los partidos, no se le ve tanto, no es tan determinante arriba, y empieza a salir de algunos onces iniciales. Tanto es así que él mismo ve normal que Alvaro García le robe minutos. Y se empieza a intuir que la relación con el técnico...ya no es la que era.

Pero de ahí a lo que terminó ocurriendo, mediaba un trecho. El club ficha a dos jugadores de golpe (David Sánchez y Jandro), lo que significa que tiene que haber salidas. Estalla la bomba cuando se anuncia que la primera es la del extremo sanluqueño, que pocos días antes había sido titular ante el Jaén. Internet explota, analizando una de las primeras decisiones de calado del exjugador Enrique como nuevo secretario técnico. Aunque todo el mundo intuye que Claudio está detrás de la decisión. Hacía tiempo que el entrenador le venía pidiendo más trabajo, especialmente en defensa. El valenciano arregla la papeleta esperando "que vuelva para ayudar al Cádiz". Su destino, otro aspirante al ascenso, el Racing de Ferrol.

Allí las cosas tampoco le terminarían de salir. Para rematar su mala suerte, su equipo se cae del primer puesto justo en la última jornada, y el rival que le toca en suerte...es el propio Cádiz. En virtud del contrato de cesión, el sanluqueño no puede ser alineado contra los amarillos, por lo que ahí se acabó su paso por A Malata, que luego sería muy criticado por el director deportivo gallego, que llegó a afirmar del futbolista "que no había sido profesional".

De nuevo regresa a Cádiz, con el que comienza la pretemporada. Pero pronto se adivina que Cervera no cuenta mucho con él. El regreso de Pina y Cordero a Carranza terminan de precipitar lo que ya se venía sospechando. La sentencia le llega en el Trofeo, para el que ni siquiera se viste de corto. Pocos días después se anunciaba su desvinculación definitiva del cuadro amarillo, para recalar, otro más, en el Marbella de Gaucci.

Sin duda una pena que un jugador de su clase y natural de la provincia no pudiera, por los motivos que fuera, triunfar en Carranza.