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012. Ocho puntos con tres goles y medio para permanecer en Primera otra vez

En la temporada 89-90, el Cádiz fue capaz de mantenerse en Primera, aún siendo el tercer equipo menos realizador, gracias a cuatro triunfos consecutivos por 1-0 en las cuatro últimas jornadas. La permanencia casi se aseguró en Tenerife, en el penúltimo partido, donde los amarillos ganaron sin tirar ni una sola vez entre los tres palos. Manolo Hierro, defensa rival, tuvo que marcar en propia meta para que el Cádiz consiguiera una victoria casi definitiva

Alineación del Rayo-Cádiz en la temporada 89-90

Estamos en la temporada 89-90. Como siempre, el Cádiz la empezaba siendo el más modesto entre los modestos, y con el único objetivo de sacar un punto más, si acaso un gol más, que aquel equipo que marcara la zona de descenso.

Aquel año nuevamente era David Vidal el encargado de obrar el enésimo milagro (aunque las promociones más inverosímiles estaban aún por llegar). El comienzo fue bueno, pero tras la jornada 18, el club entró en una pésima racha: sólo 2 de 22 puntos posibles terminaron llevando a la directiva a despedir al gallego, para que fuera reemplazado con el británico Collin Addison, que firmaría la permanencia que llegaría a continuación.

En las jornadas 33 y 34, el Cádiz recibió dos goleadas muy duras, ante Mallorca (5-1) y Barcelona (0-4) que colocaron a nuestro equipo al borde del precipicio, como no podía ser de otra manera. Faltaban por jugarse cuatro encuentros, y el Cádiz ocupaba puesto de promoción, y con el Celta por detrás a sólo dos puntos. Aunque lo peor era sin duda el estado de moral del equipo, muy tocado tras recibir nueve tantos en dos partidos, siendo especialmente dura la paliza sufrida en el Luis Sitjar (caer con el Barcelona, aunque fuera por cuatro goles de diferencia, era algo que se asumía en Carranza con naturalidad).

La situación como decimos era de mucho pesimismo, y parecía que se podía cerrar un bonito ciclo, tras 5 temporadas consecutivas en la élite. Pero el equipo, plagado de jugadores de Cádiz, no arrojaba la toalla y se conjuraron para pelear a muerte mientras las matemáticas dijeran que no estaba todo perdido. Los cuatro rivales que quedaban eran más asequibles, aún quedaban esperanzas.

Jose González en el Tenerife-Cádiz


Se jugó entonces, al mediodía del domingo, el partido decisivo que seguramente catapultó al Cádiz a certificar la permanencia decisiva, en Madrid ante el Rayo Vallecano. El club franjirrojo (que contaba entonces en sus filas con gente como Pepe Mejías o el hermano menor de Maradona, Hugo) ocupaba la última posición, y sabían que ante los amarillos tenían su última oportunidad de eludir el descenso. No es difícil imaginar que fue un partido a vida o muerte, verdaderamente a cara de perro, muy trabado, con juego muy duro y muchísimas faltas. Carmelo por ejemplo, recuerda que “le di un codazo tremendo a un contrario que lo dejó medio KO. No había cuartel en ese partido, el que perdiera se podía ir a Segunda”.

El equipo visitante echó el resto, especialmente en el aspecto defensivo, y gracias al tanto de Husillos a pase de Canillas, los gaditanos se llevaron dos puntos (y dos positivos) vitales para la salvación. Aunque casi tan importante como esos puntos fue la inyección de moral, de confianza en sí mismos y en que el reto era posible, que esa victoria inoculó en los jugadores cadistas.

En ese clima de optimismo, que no de relajación, se preparó el cuadro gaditano para el siguiente encuentro, que debía jugarse al miércoles siguiente en Carranza ante la Real Sociedad. Una Real que ya no era aquel equipo inolvidable comandado por Zamora y Satrústegui, que consiguiera dos ligas consecutivas a principios de la década. No obstante, Collin Addison decidió concentrar al equipo el martes, ante la importante semana que tenían por delante (tras jugar en Vallecas el domingo, y recibir a la Real el miércoles, el Cádiz tendría que volar nuevamente el domingo a Tenerife, que también peleaba por la salvación).

Como siempre que se jugaba contra un equipo vasco, el partido fue trabado, de mucha fuerza física, y con un maltrato continuo al cuero, que no hacía más que surcar los cielos de Carranza de una a otra portería. Los de casa, como recuerda Barla, “estábamos en racha, veníamos de ganar en Vallecas y eso nos dio alas, creímos en la permanencia”. Aunque sufriendo, los locales se impusieron, nuevamente por la mínima, esta vez gracias a un gol de falta directa, nuevamente de Husillos. Si la victoria en Vallecas fue balsámica, esta resultó en un arreón definitivo de autoconfianza. El descenso automático estaba eludido, y los cadistas querían más, querían también decirle adiós a la promoción (bien harían, con lo que habría que sufrir los dos años posteriores).

Cortijo en el último partido de liga, Cádiz-Celta


A pesar de la victoria, el técnico británico decidió continuar con la concentración, por lo que tras el partido, volvió a llevarse a los jugadores al Hotel Atlántico, para pensar únicamente en el siguiente encuentro. Si el partido contra el Rayo fue un duelo fraticida por escapar del descenso, este lo fue para dejar atrás la promoción. Ambas escuadras llegaban al duelo empatadas a puntos, por lo que aquel que ganara, prácticamente certificaba seguir un año más entre los grandes.

El conjunto visitante se adelantó muy pronto en el marcador, en el minuto 12, si bien fue el central tinerfeñista Manolo Hierro, el que introdujo sin querer el esférico en su portería, en su intento por despejar un buen centro de Montero. Fue prácticamente el único acercamiento con peligro de los amarillos, que no tirarían entre los tres palos en los noventa minutos. A partir del 0-1, los isleños se fueron arriba con todo, buscando casi siempre al tanque Rommel Fernández, que bajaba todos los balones. Carmelo recuerda “lo mal que lo pasamos cubriendo a ese jugador. El Tenerife estaba volcado y llegaba una y otra vez. Nos tuvimos que multiplicar para devolver todas las pelotas, porque ellos no se lo pensaban: balón que pasaba del centro del campo, balón que iba al área. Parecíamos un frontón”.

El Tenerife incluso quitó el tiempo del marcador electrónico, para quitar presión a los suyos. Los cadistas, aunque desde el banquillo recibían noticias de cuanto quedaba, estaban desquiciados, deseando que llegara el final del choque. Hubo que sudar lo indecible, pero por fin el colegiado señaló el final del encuentro, y la locura se desató en el vestuario cadista. Los resultados de la jornada fueron muy favorables (el Málaga empató y el Celta perdió), y el Cádiz tenía casi en su mano la permanencia automática. Un punto, frente al ya descendido Celta en casa siete días después era suficiente para no tener que estar ni tan siquiera pendientes del transistor. El técnico incluso permitió aquella noche un poco de diversión a la plantilla, pero sin excesos. Había que asegurarse.

De esta forma se llega a la última jornada. El Celta, que ya no podía hacer nada por su causa, se presentaba en Carranza con un viejo conocido como era Salva Mejías. A punto estuvo éste de meter el miedo en el cuerpo a sus excompañeros, tras protagonizar, al poco de comenzar el choque, una excelente jugada personal, muy típica suya, para terminar rematando a puerta. El balón salió a medio metro del poste. Carmelo evoca con algo de sorna que esto le costó al menor de los Mejías una buena bronca: “venga hombre Salva, déjate de historias”.

Con un Carranza lleno y entregado a los suyos (“entonces no era como ahora que la afición iba siempre al campo, entonces hacía falta una ocasión así para ver las gradas llenas, y para nosotros era algo increíble”, dice Barla), los cadistas no quisieron dejar nada al azar, y volvieron a ganar con otro 1-0, este conseguido por Manolito de cabeza a la salida de un córner, a la media hora de juego.

Fue el colofón final para conseguir la permanencia, si bien no tuvo el impacto de las que vendrían más tarde, las de las promociones de infarto. No obstante, había que valorar la hazaña como lo que era: un equipo lleno de gaditanos que siendo los terceros menos goleadores del campeonato, consiguieron nada menos que 12 victorias (en el sistema de puntuación actual de tres puntos por victoria esto nos habría supuesto una mejor clasificación aún), que posibilitaron una permanencia que sólo unas semanas antes parecía imposible, y que nos abrió las puertas a algunos de los momentos más importantes de la centenaria historia cadista.

Manolito marca el último gol que eludía la promoción

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Nicolas

07/11/2021
14:49
De hecho, en el partido contra el Tenerife, sí que hubo un tiro a puerta del Cádiz. Lo hizo Raúl Procopio en el segundo tiempo y lo detuvo el guardameta.
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CREACIÓN FICHA: 18/06/2007

ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 18/06/2007

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