Seguramente no estaríamos hoy hablando de Paco Baena como uno de sus jugadores que lucen con más intensidad en el firmamento cadista de no haber sido por la afición de su padre, apodado “Rubiche”, al deporte rey, y de la fe de éste en su hijo, en el que pronto adivinó, con sus primeros toques de balón, que podía tener un gran porvenir. No en vano Rubiche había sido jugador anteriormente en clubes de la capital gaditana como el Español Candelaria o el Hércules de Cádiz. Tanta era la fe del padre por su primogénito, que se las arregló para compatibilizar su trabajo en la fábrica de tabaco con la creación y gestión de un equipo infantil, llamado Tabacalera, ideado únicamente para que Paco empezara su introducción en el mundo del fútbol.
Fue precisamente en un partido de dicho equipo, en el que lo vio por primera vez el ojeador Juan Bejarano, que por aquel entonces trabajaba para el Cádiz a las órdenes del presidente Francisco Márquez Veiga. Bejarano recomendó a éste el fichaje inmediato de Baena a las categorías inferiores del club amarillo. La idea se fue gestando, pero se precipitó un día en el que el expresidente, paseando por el muelle, se encontró al pequeño Baena (entonces contaba 14 años) trabajando por orden de su padre, con su tío, como redero. Veiga le preguntó cuanto ganaba con dicho oficio, y Paco contestó que apenas recaudaba 2000 pesetas. Esto, y la amistad de Márquez Veiga con Baena padre (se conocían de la época de jugadores de ambos) precipitó el comienzo de la fulgurante carrera del máximo goleador cadista.
Márquez Veiga lo puso a entrenar con el infantil, y pidió al entonces técnico cadista, Julio Vilariño, que le echara un ojo de vez en cuando. Cuenta el presidente que “cuando lo fiché, yo lo veía muy delgado, y Vilariño lo puso a trabajar con pesas, que empezaban a utilizarse por aquel entonces. Era increíble comprobar como se notaba su crecimiento, cómo se iba haciendo cada vez más fuerte. Si dejabas de verlo tres o cuatro días, la diferencia era notable”. Fue así como se fue convirtiendo en el fortísimo delantero, amén de rápido, que a día de hoy sigue siendo el que más dianas ha hecho con el escudo del Cádiz. Le daba “de lujo” con las dos piernas, aunque la derecha era con la que mejor encañonaba a sus adversarios. Y además tenía un remate de cabeza auténticamente demoledor. Baena era pura potencia al servicio del gol.
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Estaba claro que Baena iba a tener una gran carrera profesional, y apenas llevaba cuatro meses entrenando con el infantil, cuando saltó al juvenil, jugando ya la liga de la Federación. Fueron tres temporadas creciendo a todos los niveles, pero sin duda la más importante fue la última, la 68-69. Con la edad de 19 años, Vilariño lo empieza a llamar para viajar ya con el primer equipo, si bien no llegó a debutar con los “mayores”. Fue una gran temporada en lo personal, pero no así en lo colectivo, y es que el equipo amarillo dio con sus huesos en Tercera, tras una temporada desastrosa. Este hecho terminó de abrir por completo las puertas a Baena, al que León Lasa, entrenador encargado de devolver al Cádiz a categoría nacional, incorpora desde el verano, si bien lo colocó, durante los partidos de pretemporada, como lateral derecho. Paco se sentía y sabía delantero centro nato, pero como él |
mismo relata, “yo entonces no me atrevía ni a preguntar. Era muy joven y para mí era increíble estar en el primer equipo”. Aunque bien pronto Lasa tuvo que rectificar y admitir que tenía ante sí a un goleador como la copa de un pino. Baena se lo dejó claro el día de su debut: jugaban los cadistas contra el Triana hispalense, y alrededor del minuto 35 de la primera parte caía lesionado el nueve titular, Canito. Ese día Paco marcó el gol del triunfo. Fue el primero de los diez tantos que haría esta temporada, y que, como curiosidad, le valdrían ganarse un dormitorio como regalo de la empresa Muebles Gairo, que para motivar a los jugadores cadistas, daba esta “prima” a todos los que lograran la decena de goles.
Empezaba así la carrera del goleador más importante que ha tenido nuestro equipo en sus casi cien años de Historia. A partir de aquel día, y durante esa y otras cuatro temporadas más defendiendo la elástica amarilla, Baena fue siempre titular indiscutible con todos los entrenadores que fueron pasando por el banco de Carranza (Andoain, Bolea, Naya,…), y siempre máximo goleador cadista, a pesar de compartir vestuarios con algunos de los mejores talentos que ha tenido el club en esa materia, como los Ibáñez, Machicha, Soriano…. El colofón final llegó en su última temporada en el Cádiz en esta primera etapa, la 73-74, en la que Baena no fue sólo, como va dicho, máximo goleador de su equipo, sino además, el Pichichi de la Segunda División, después de mandar el balón a la red en 23 ocasiones.
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SALTO AL ATLÉTICO DE MADRID Baena comenzaría también la temporada 74-75 con el Cádiz, con Sabino Barinaga como técnico. Nuevamente fue acumulando goles hasta que llegó el mes de abril. Concretamente el día 6 de dicho mes, el Cádiz recibió al Racing de Santander en Carranza, al que derrotó por 2-1. Recién terminado el encuentro, un empleado del club, Alfonso El Fiebre se acercó a él y le dio un billete de segunda para irse en tren esa noche a Madrid: “vete esta noche para Madrid, que allí te va a ver un representante para ficharte el Atl. Madrid”. Baena, que no sabía nada del asunto, ni siquiera daba crédito. Pero Paco estaba muy arraigado en Cádiz, y no quería irse. La anécdota no tiene desperdicio: “yo estaba muy bien en Cádiz, y yo no quería irme, aunque veía la oportunidad de ganar más dinero. Así que entre Cervantes y Alfonso El Fiebre me cogieron y me llevaron a mi casa, donde le dijeron a mi mujer que me hiciera la maleta, que me iba. Poco menos que tuvieron que meterme en el tren a la fuerza. Después de toda la noche viajando en unos asientos de madera incomodísimos, me encontré allí a Gutiérrez Trueba - presidente cadista y que a los pocos días de esta gestión abandonaría el puesto - , que había viajado en avión. Pero para mí no hubo ese privilegio”. Allí, ya en el día del lunes, se encontraron con el gerente del club colchonero, Copado, y todos juntos fueron a las oficinas del representante Luis Guijarro, donde se culmina toda la operación. Le presentan las condiciones de su nuevo contrato a Baena, acepta, y firma (el Cádiz ganó 15 millones de pesetas con la operación), y casi |
sin tiempo para deshacer la maleta, se va a entrenar con el entonces debutante como entrenador Luis Aragonés, que ya entonces tenía el carácter que hoy todos le conocemos. Esto fue lo que le dijo al recién llegado: “el equipo es verdad que no está bien, pero está ya hecho, compenetrado, y tú no vas a tener mucho sitio en él”. Pero Paco no estaba dispuesto a aceptar la condición de suplente, y como ya le pasara en sus primeros partidos con el Cádiz, tardó muy poco en reivindicarse como un delantero de tal valía, que no contar con él era un lujo que nadie se podía permitir.
En el entrenamiento del jueves de su primera semana como rojiblanco, el gaditano marcó cuatro goles, y Aragonés no tuvo más remedio que convocarlo para el partido de ese domingo, en el campo del Vicente Calderón, frente al Valencia. Los colchoneros se salieron aquel día, y en el minuto 72 goleaban a los levantinos por 5-2. Así, toda la grada se puso a corear a voz en grito a Baena, para así conocer al nuevo fichaje rojiblanco. Aragonés tuvo que ceder a la presión de su público, permitiendo así a Baena a debutar en Primera División, en el minuto 72, tras sustituir a Salcedo. Sin embargo la dicha no fue total, ya que el sabio de Hortaleza lo puso en el centro del campo, no sólo aquel día, sino en la mayoría de las ocasiones en que participó con él. El gaditano intentó protestar, pero fue en vano. Como decimos, el carácter de Aragonés viene de largo.
No fueron sin embargo, esa y la siguiente temporada en la capital de España, dos campañas completas para el delantero. No terminó nunca de contar con la confianza del técnico. Baste un ejemplo: en la temporada 75-76, un gol suyo en la semifinal permitió a los colchoneros acceder a la Final de la Copa, en la que los atléticos se impusieron al Zaragoza. Sin embargo, Baena no fue ni citado a dicha final. Con todo y eso, jugar 18 partidos en esa temporada no es moco de pavo, teniendo en cuenta que Baena compartía vestuario con nombres como Gárate, Leivinha, Luiz Pereira, Aguilar, Ayala, Heredia…. Echando la vista atrás, el mismo Baena admite y comprende que no jugara todo lo que a él le habría gustado.
Después de su segundo año en el Atlético, Baena decide cambiar de aires para poder disfrutar de más minutos, y pide ser traspasado. Es el Deportivo Alavés quien más se interesa por él, llegando a pagar al club del Manzanares lo mismo que éstos desembolsaron por él año y medio antes: 15 millones, “de los que yo no vi ni un solo duro” se lamenta Baena, recordando con cierta sorna que “entonces los jugadores no se embolsaban tanto como ahora”. El gaditano llega a un acuerdo con los vascos, con los que firma un contrato de tres años. Allí está como entrenador Joseito, el valedor del fichaje, y que cuenta con él. Además, compartió vestuario con un jovencísimo Jorge Valdano, que empezaba con los vitorianos su excelente carrera como jugador. Aquel primer año en Mendizorroza, de nuevo en Segunda División, Baena vuelve a ser el que era, marcando 21 goles, quedándose a tan sólo uno de volver a ganar el Pichichi.
EL REGRESO A CASA
Simultáneamente, en el otro extremo de la piel de toro, el Cádiz, de la mano de Enrique Mateos consigue su primer ascenso a Primera División, y eso fue ya demasiado para Baena, un gaditano de pro que no pudo adaptarse a las frías tierras de Vitoria. Tanto monta, monta tanto el Cádiz y Baena, ambos de lo más interesado en volverse a encontrar. Baena recuerda con mucho cariño que todo fueron facilidades en el club alavesista, que comprendió la situación del delantero gaditano, al que dejó marchar pese a tener aún dos años más de contrato firmados.
Aquel año Paco estuvo primero a las órdenes de Mateos, y luego a las de Mariano Moreno, pero a pesar de contar para ambos, Baena sólo pudo marcar un gol. Como él mismo cuenta, “aquel Cádiz, en su primer año en la máxima categoría, era muy timorato y jugaba al cerrojazo. Se jugaba con dos extremos y un mediapunta, pero los delanteros no teníamos protagonismo ninguno”. Sin embargo, el único tanto que hizo está escrito con letras de oro en la historia del cadismo, ya que sirvió para derrotar a todo un Real Madrid en la primera visita de los merengues a nuestro feudo.
Como todos sabemos, los amarillos pagaron la novatada, y no pudieron conseguir la permanencia. Así llegó la temporada 78-79, que empezaban los amarillos con la ilusión de retornar a la máxima categoría, y Baena como el que más. Sin embargo, en plena pretemporada, jugando el Trofeo de El Puerto, el delantero se produjo una gravísima lesión, rompiéndose el ligamento cruzado. Contaba con 29 años, por lo que aún era posible su recuperación para el fútbol.
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Pero por desgracia, Baena cayó en malas manos. Los pésimos cuidados del médico que prestaba entonces sus servicios al club terminaron de estropear la rodilla del gaditano, que ya no pudo recuperarse. Paco estuvo durante toda la temporada intentando volver con sus compañeros, pero todos los intentos fueron en vano. Aquella rodilla no terminaba de responder. Ya en la temporada 79-80, Paco Baena, que no perdía la esperanza, decidió irse al Barbate, que militaba entonces en Preferente, a hacer la pretemporada, con la mente puesta en recuperar la forma y poder retornar al Cádiz para poder colgar allí las botas. Pero pese a jugar toda la temporada en el equipo barbateño, las sensaciones nunca fueron buenas, y al concluir aquella campaña, Baena decidió definitivamente colgar las botas. Dejaba atrás una carrera espectacular y un sinfín de buenos momentos, además de 110 goles (84 de ellos con el escudo del Cádiz en el pecho), estableciendo una marca que permanece imbatida pese a desfilar por Carranza nombres de la talla de Machicha, Mágico, Carvallo, Pepe Mejías y un largo etcétera. |
CARRERA COMO ENTRENADOR
Paco Baena no perdió el tiempo. Mientras estuvo lesionado aprovechó para obtener el carnet de entrenador nacional, y con las botas aún húmedas, enseguida empezó a entrenar. Comenzó su carrera en los banquillos de las categorías inferiores del Cádiz, comenzando por los infantiles hasta llegar al primer equipo, como segundo de entrenadores ilustres como Naya, Lacardo, David Vidal, Ramón Blanco, Sánchez Granzón, Paquito…, en diferentes etapas.
Con éste último también estuvo en el Rayo Vallecano, con el que ascendió a Primera División, y al que incluso llegó a dirigir en dicha categoría tras la destitución de Paquito. Posteriormente ayudó también en el equipo madrileño a Zabalza, hasta que éste fue cesado y llegó Marco, que desembarcó con su propio equipo técnico, por lo que nuestro protagonista regresó a Cádiz. En la provincia ha sido el máximo responsable de conjuntos como el Ubrique y el Barbate. Y sigue al pie del cañón para saltar a los banquillos cuando se presente una buena oportunidad.
CREACIÓN FICHA: 18/02/2007
ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN: 18/02/2007
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